Fragmento #86 – Se Alquila

- ¿Y piensas llamarla?- me pregunta.
- La semana que viene…
- Así llevas meses.- me interrumpe Ernesto soltando una risita.
- Ya lo sé, pero la semana que viene sí lo haré…
- Te creeré.
- No te queda otra, sólo creerme…
- ¿Y con María piensas hablar?
- Claro… Debo hacerlo, ¿no?
- Pues sí, todo esto es muy absurdo… La situación a la que habéis llegado… No digo que os vayáis a tomar pastitas por la tarde después de lo que pasó, pero por lo menos hablarlo…
- Entiendo…- le contesto.
- Bueno, Mario… Han entrado clientes. Te llamo por la noche, ¿vale?
- Venga… Un abrazo.
- Hasta luego.
Se despide Ernesto y cuelga el teléfono. Comienza septiembre, los kioskos se llenan de coleccionables, los niños forran sus libros y compran lápices y gomas bajo el asentimiento (desesperado) de sus padres. Comienza el nuevo curso, se acaban las vacaciones. Comienzan las recuperaciones de septiembre, la selectividad para rezagados, los nervios… Todo vuelve a la normalidad.
Me levanto del sillón y miro la pared: aún sigue el hueco que dejé para el retrato de María. Tendré que ir a comprar algún cuadro… Tengo que resolver todo esto, recuperar mis asignaturas suspensas. Salgo y bajo las escaleras hacia casa de Maria: empezemos hoy las recuperaciones. Llamo al timbre, nadie abre. Vuelvo a llamar, llamo a la puerta… el timbre suena pero nadie abre y tampoco se escucha nada dentro del piso. De pronto me viene la idea de que María esté al otro lado de la puerta, mirando por la mirilla. Mirándome y queriéndose ocultar.
- ¿Estás ahí?- pregunto a la puerta sin éxito alguno.
- ¿A quién buscas, chico?- la vecina pesada del cuarto acaba de aparecer por la escalera.
- Busco a… a la chica que vive aquí. A María…
- Se fue hace unas semanas, el dueño del piso lo ha puesto en alquiler de nuevo…
- Ahm… Bien…- se me debe de haber quedado cara de estúpido.
- ¿Porqué? ¿Qué querías?- me pregunta- La verdad que ni se ha despedido ni nada, no sé decirte dónde está porque no ha dejado ninguna seña… Tampoco es que cuando vivía aquí hubiésemos hablado mucho… Algún que otro “hola y adiós”, ¿sabe? Usted si que hablaba con ella, ¿verdad? Le vi varias veces salir con ella del portal y entrando en su casa… ¿Y su novia cómo está?
- Ehm… Señora, lo siento mucho pero he de irme…- intento no ser maleducado pero no soporto a las cotillas.
- Bueno, bueno… Vaya con Dios, caballero. ¡Siempre con prisas! ¡Qué juventud la de hoy en día…!
Bajo hasta el portal y aún escucho a la vecina relatando sola. Salgo a la calle y busco el paquete de tabaco, me enciendo un cigarro y miro hacia arriba, al balcón de María. Tiene un letrero colgado. Efectivamente… SE ALQUILA.