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 Fragmento #120 – ¡Cállate!

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Naos

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Fragmento #120 – ¡Cállate! Empty
MessageSujet: Fragmento #120 – ¡Cállate!   Fragmento #120 – ¡Cállate! Empty07.01.09 23:13

Martes, 11 de Noviembre de 2008
En Sevilla

Un poco de tranquilidad… Sentado en el sofá, leo (o mejor dicho releo) mi GRAN OBRA. Tanto tiempo abandonada, he decidido volver a ella. Algún día se arreglaran las cosas con Ernesto y la revista sigue en pie y el chico guitarrista de la estación y… y yo mismo, ¿por qué no? Yo también tengo que seguir adelante…
Astrid llega en silencio al salón y se sienta junto a mí, me mira, y entrelaza los dedos con mucha parsimonia. Calla y me vuelve a mirar, parece que quiere decirme algo, pero no habla. Calla y mira, mira sus manos y levanta la cabeza para mirarme. Sigue callada y yo sigo leyendo como si no notara su presencia.
- ¿Qué lees?- me pregunta después de tanto silencio, ya llegaba a resultar incómodo.
- Eh... mi novela. Estoy releyéndola para volver a escribir.
- ¿Tu novela?- pregunta sorprendida, los ojos como platos- ¿Tienes un libro?
- No... no está publicado.
- Pero tienes un libro. Yo lo intenté, pero se me da mejor pintar.
- Tengo muchas cosas escritas...- prosigo- Pero nada publicado
- ¿Me dejarías leerlas? Me gustan las historias.- me dice acercándose a mis papeles.
- Claro, ¿por qué no...? Te pasaré una copia cuando te va...- Shh, calla, Mario. Astrid parece que se ha dado cuenta y se vuelve a acomodar en el sofá.
- ¿Quieres que me marche?- me pregunta dolida.
- Eh... Astrid... ¿por qué lo dices?
- Siempre estás mal Mario... te conocí estando mal. Creo que no puedo hacerte feliz. Lo intento. Sé que soy una carga, no debería estar aquí, pero pensé que, quizá, había venido porque me necesitabas. Estás solo, Mario, te estabas haciendo daño...
- Astrid...- le interrumpo- Cállate, no me hables así... Lo siento, no eres una carga para mí... Pero... no has llegado en el momento adecuado... En realidad no sé ni cómo has llegado... Las niñas no se teletransportan, tienes una familia en Barcelona... ¡Dios!
Astrid me mira, me examina de arriba abajo con gesto maduro.
- ¿Alguna vez hay un momento adecuado en tu vida? ¿Has terminado algo? ¿Te has tomado algo tan en serio que te olvidabas a ti mismo? Mario, soy una niña, pero yo nunca he importado, soy un instrumento, un personaje en la vida de los demás, soy aquello que sirve para... para que me quieran, para sentirme mejor, para culpar... Pero tú, sé que eres algo, alguien, o al menos puedes serlo. Yo todavía no he empezado a vivir y ya estoy muerta.
- Astrid, cállate...- vuelvo a decirle, amenazante.
- ¿Por qué no quieres verlo? ¿Por qué no quieres luchar por lo que te importa?- centra la mirada en los papeles- Ese libro por ejemplo. La mujer que te hizo daño antes de venir a verme... o, mejor dicho, a la que hiciste daño...- se calla de repente- No debería hablarte así, tienes razón.
- No, no debes hablarme así... Acabas de llegar a mi vida y ya te crees...
- Siento que te duela. No te juzgo. Es difícil vivir así. Tener que soportar que los demás no te vean, o no te vean como realmente eres... Lo siento.
- ¿De qué hablas, Astrid? Yo estoy bien... no me pasa nada.
Astrid calla, alza la mirada y la clava en mis ojos. Me molesta…
- No deberías culparte por todo…- me dice- Ni responsabilizarte de todo.
- Yo no tengo la culpa de nada...- le interrumpo- Son los demás... Astrid, cállate. No quiero hablar de eso y menos contigo
-No soy tan inocente como para no verlo. Los demás... Los demás no se enteran de nada, Mario. Viven sus vidas, sin pensar en los que dejan atrás sin pensar en los que arrastran a su paso. Pero eres bueno, puedes salir adelante, perdonarte…- se acerca a mi sillón y me tiende la mano- Hace poco que nos conocemos, pero desde entonces no tienes porque estar solo. No te preocupes, pronto me iré, no creo que pueda seguir mucho por aquí. ¿Podrías devolverme mi sobre? Por favor.
- Tu... ¿sobre?- pregunto, quizás no debí abrirlo…
- El sobre lacrado.- me contesta- El que había en mi ropa, el que me dio mi padre antes de morir.
- Tu... ¿padre?
Astrid se acerca más y me abraza con ternura.
- Tranquilo… - me dice - Da igual, luego hablamos, todo irá bien.
- Lo he abierto...
Astrid se separa rápidamente de mí, me mira y se levanta corriendo hacia el cuarto de baño.
No, no debí abrirlo…
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Fragmento #120 – ¡Cállate!
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