Naos
| Sujet: Fragmento #122 – Sor Inés 07.01.09 23:14 | |
| Domingo, 16 de Noviembre de 2008 En Sevilla Nunca me gustaron las monjas, ni las iglesias y tampoco los conventos. Pero aquí estamos, Astrid y yo, a la puerta de este viejo y estropeado edificio, una fría mañana de domingo. Preferiría estar en cualquier otro lugar, pero Astrid me mira, me sonríe tímidamente y eso me calma. Sabe que va a descubrir algo de su vida, algo que nunca supo o que nunca se ha atrevido a saber. Cojo el gran picaporte en forma de aro, está muy frío, y llamo varias veces a la puerta, con fuerza. La roída madera del convento parece estremecerse con cada golpe. Astrid me mira y vuelve a sonreír. Sí, sí… esa sonrisa calma mi dolor. No tarda en abrirnos una mujer mayor con el hábito de la orden puesto. - Buenos días… ¿qué desean?- nos pregunta. - Buscamos a… Sor Inés.- le contesto. - ¿Sor Inés…?- la monja parece estar haciendo memoria- ¿Sor Inés, dices? - Sí… Sor Inés.- Astrid nos mira sin abrir la boca. - Sor Inés falleció hace dos años…- Astrid palidece de repente mirando atónita a la monja- Pero podéis hablar con Sor Rosario… La monja nos hace pasar, tras esperar un poco (espera de cortesía supongo), a un despacho donde otra monja muy pálida y de pelo negro nos espera. - Ave maría Purísima…- dice al vernos. - Hemos venido buscando a Sor Inés…- que no me venga con rezos inútiles. - ¿Sor Inés?- pregunta sorprendida. - Sí, mire… - y le doy la nota y la llave del sobre de Astrid. La monja coge el papel y lo examina. - Entonces tú debes ser Astrid…- comenta mientras se sienta y mira a Astrid, como si yo no estuviera allí. - Sí, soy yo. – responde tímida. - Antes de fallecer, nuestra hermana, me indicó qué debía hacer si alguna vez venías… Pero, siento informarle, que lo que guarda esa llave es sólo para la niña.- dice dirigiéndose a mí. ¿Dejar a Astrid sola? ¿Con unas monjas? Ni hablar… son capaces de ducharla en agua bendita. La monja insiste y yo me niego. Astrid me mira y me sonríe. Sonrisa tranquilizadora. No te preocupes, vete, tengo que afrontarlo sola… me dice con sus ojos chispeantes. La monja me acompaña hasta la puerta y la cierra cuando salgo. El claustro es bonito, y tiene un huerto bien cuidado… Me llevo un cigarro a la boca cuando una monja corre hacia mí diciéndome que no con la mano.
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