Fragmento #130 – Volver a empezar

El silencio de los pasillos es aterrador a estas horas de la madrugada, desde las ventanas que dan a la calle veo la luna casi llena. Deambulo de un lado para otro, nervioso y con ganas de echar mano al paquete de tabaco. La puerta del ascensor se abre y de él sale Ernesto con un ramo de flores.
- Felicidades, Mario.- me dice con los brazos abiertos en ademán de abrazarme.
- ¿Felicidades por qué?
- ¡Son y cinco! ¡Ya es quince!- me contesta jolgorioso.
- ¿Y…?
- ¡Es tu cumpleaños, estúpido!- me responde.
- ¡Dios! Lo había olvidado por completo…
- Un abrazo, Mario…- me dice tras dejar el ramo en una silla y estrujándome entre sus fuertes brazos.
- Gracias… Ni se me ha pasado por la cabeza que era mi cumpleaños hoy…
- Normal, hijo, normal… Tienes mejores cosas en las que pensar.
- Será eso…- digo tras resoplar.
Ernesto inspecciona la sala de espera y se sienta en la silla, junto al ramo.
- ¿Sabes ya algo?- me pregunta.
- No… entró hace veinte minutos o así…
- ¿Y por qué no has entrado tú también?
- ¿Quieres que muera de repente? Sólo tengo veinti…
- Veintiséis, Mario. Veintiséis tacos… Y sí, eres joven para morir, y más ahora…
- Ufff… No me lo creo.
- ¿El qué?- me pregunta, cruzando las piernas y acomodándose en la silla.
- ¿Quién me iba a decir, justo hace un año, que iba a estar aquí…?
La puerta del ascensor se abre y aparece Isabel con una caja de bombones. Ernesto sonríe y me mira.
- ¡Isabel! ¿Qué haces aquí?- pregunto sorprendido.
- Felicitarte…- me contesta.
- Gracias…
- Pero los bombones no son para ti, son para ella… Le hará falta chocolate después del esfuerzo.
Ernesto ríe con la ocurrencia y coge el ramo.
- Las flores tampoco son para ti, ¡eh! – me dice.
- Isabel…- comienzo a decir asombrado- Eres demasiado…
- ¿Buena?- me interrumpe.- Lo sé… Pero no es momento para reproches del pasado, lo importante es el futuro y que este sea feliz. Que espero que lo sea, ¡eh!

Una mujer con una bata blanca sale del pasillo y nos mira.
- ¿Mario Acosta?- pregunta.
- Soy yo…- digo acercándome a ella.
- ¡Felicidades! Es un niño totalmente sano… y la madre está perfecta. Puede pasar cuando quiera…

¿Quién me iba a decir, justo hace un año, que este iba a ser mi regalo de cumpleaños?