Fragmento #66 - Alta médica

Hoy me han dado el alta médica. Me hicieron alguna prueba, me miraron un poco y luego me dejaron coger mis cosas e irme. Por suerte, han hecho pocas preguntas. Así que agarré mi mochila, el poco de ropa que tenía y salí disparado al hostalito donde recordaba haber estado hospedado.
El camino ha sido extraño. Todo era fiesta y jolgorio, montones y montones de gente con los colores del Barça. Cantando el himno. Una gran multitud en la calle. Cogiendo el metro, casi me parten el tímpano un par de veces con esas dichosas trompetitas que a más de uno metería como si fuera un supositorio. Y la metería entera. Pero no me he enterado de por qué cantaban, qué había que celebrar.
Hogar, dulce hogar. La puerta huele a madera. Entro de golpe, como si tuviera miedo de volver a caer inconsciente. He tenido la suerte de que, al entrar, nadie ha reparado en mi presencia. Recojo todas mis cosas y las apilo frente a la puerta. La ropa sucia, la guitarra, las piedras de hachís, los manuscritos. Luego, lo meto todo en dos maletas, me echo la guitarra al hombro y salgo. No hay nadie en la entrada del hostal. Dejo una nota y un sobre con dinero, lo pongo a buen resguardo y me voy. No creo que se pregunten más por mí. He dejado dinero de sobra.