Fragmento #68 - Si miras hacia arriba

He salido de trabajar. Un bar de pijos, pijos terribles, de los que te pagan por las horas que echas. Así que salgo con setenta euros en el bolsillo y una camiseta blanca empapada de sudor, las manos metidas en los bolsillos y casi sin rumbo.
La soledad debería estar prohibida. Debería. Se les llena la boca de bienestar, de sociedad del bienestar, todos somos felices por vivir este mundo y saberlo el mejor de todos los mundos posibles, pero la soledad debería estar prohibida. Caminar sin rumbo es una señal clara de que todo va mal. Bien clara. Solo. Miro al cielo, y esa maraña extraña de grises, rosas y negros me desgarra. Sientes vértigo si miras hacia abajo. Uno es vértigo cuando mira hacia arriba.
La soledad debería estar prohibida. Camino a un paso cada vez más lento. La mochila, es curioso, se me hace extrañamente liviana, aunque va atestada de libros: Gamoneda, Pavone, Rilke. Si miro hacia abajo, no paro de cruzarme con gatos. Hasta ellos saben a dónde van, hasta ellos caminan en compañía. Si miro hacia arriba, rosas, azules, grises y negros. Espera. Entonces lo veo, acercándose. Muchos rizos y una guitarra a la espalda. Se detiene, me mira.