Fragmento #109 - Algo que deciros

¡Gran noticia! Y la expresión se queda corta.

Una sensación de vértigo, como recién salido de una pesadilla o un largo sueño incomprendido, se apodera de mi. Parece hacerme tambalear e incluso sacude mis más firmes pilares sobre los que se sostentan mis principios.

¡Dios, Jaime! ¿Eres consciente de lo que vas a hacer?
- Papá, mamá, - no. No tengo consciencia. Agarro con firmeza la mano de Alma. Su calor me reconforta, me hace sentir acompañado, no estar solo en medio de la vóragine. Sí, voy a decirlo. - Tengo que ir al baño.

Entre las miradas de asombro salgo del cuadrilátero al tiempo que mi corazón se tranquiliza de lo cerca que he estado.

Entro en el baño. Abro el grifo y me echó agua en la cara. ¡Me he comprometido oficialmente! ¡Jaime vas a pasar - si nada malo ocurre, que eso sí que es extraño - el resto de tu vida con ella! Te hartarás de verla todos los días, te cansarás de decirle cosas bonitas, te aborrecerá hacerle el amor de una manera frecuente, - bueno eso si deja porque todavía... - odiarás sonreírle a todas horas y siempre tendrás en los labios una frase recurrente: "Sí, cariño". Caerás en la rutina matrimonial , flaquerás y ella caerá contigo. La llama de la pasión se extinguirá. La monotonía es una enfermedad que se debe extirpar inmediatamente, como un cáncer. Pero se puede prevenir con una fórmula que carece de ciencia y eso es Amor.

La quiero y es con ella con la que deseo aventurarme. Porque nadie en este mundo me ha hecho tan feliz.

Salgo del baño y mi hermano me deslumbra con el láser. Iba a quitárselo pero recordé que en una ocasión me salvó la vida. Le sonrio. Él me devuelve la sonrisa y me abrazo.
- ¡Gracias, hermanito!
- ¿Por qué? - Pregunto con algo de incredulidad.
Por un momento parece escucharse el llanto del bebé de la vecina.
- Porque me has dado un sobrinito.