Fragmento #12 - Pájaros multicolores

Me estoy ahogando, no puedo respirar. Siento que se contraen los músculos de mi garganta… Tráquea, esófago, amígdalas, lengua, todo se está endureciendo y la yugular late desesperada. Me estoy muriendo. Brillos extraños resplandecen antes mis ojos. En vano toco mi cuello que está frío como la piedra, y mientras me asfixio pienso en Gabriel, en sus otras flores, en mi madre, en mi padre… El corazón amenaza con volverse loco y palpita a mil por hora. Toda la sangre se me acumula en el pecho… La presión es horrible; la presión me hará estallar en cualquier momento. El dolor comienza en el corazón y se extiende por todo el cuerpo… ¿Qué mierda está pasando? Intento gritar, pero sólo logro desesperarme más. No funcionan las cuerdas, no pasa ni una pisca de aire. Es como si tuviera cemento endurecido, cuyo peso me desgasta el doble…
Tengo el cuerpo pegado a la cama. Imposible mover las piernas. Sólo los brazos me responden, pero algo dormidos. Me arde todo. Siento que me estoy hinchando por la acumulación de sangre. El dolor se ramifica… Son como pequeñas agujas que se entierran certeras en los nervios.
Los brillos se transforman en luces inquietas que revolotean por todas las paredes. Tengo pánico. Intento alcanzar a Gabriel, pero mis manos son como masas inertes. Estoy muerta… He muerto y mi cabeza todavía no lo asume. Cada vez estoy más débil.
Quiero cerrar los ojos para dejar de ver, pero no puedo. El cuerpo ya no es mío y las luces poco a poco van tomando forma de grandes pájaros multicolores que vuelan sobre mí. Ya no siento dolor, pero el terror me consume. Oigo sus chillidos del infierno y me estremezco.
Veo a Gabriel dormir impávido, completamente ajeno a mi desesperación. Jamás sabrá cuánto sufrí en mi muerte. Las aves de alas tornasol se aproximan y comienzan a enterrar sus garras en mi cuerpo. Brota la sangre tibia, pero no siento nada. Sus miradas macabras se fijan en mis ojos y luego sus picos comienzan a despedazarme… Esto es horrible… espantoso. Oigo el ruido de sus mandíbulas mordiendo trozos de lo que alguna vez fue mío. Hay sangre por todos lados… mi sangre.
No siento dolor, pero sí el calor de las lágrimas que brotan de mis ojos…Tengo tanta pena… Todo se ha vuelto tan oscuro…
- Maggie, Maggie… - Es la voz de Gabriel. Quizás se percató de que he muerto, y mis restos se los comen unos pájaros demoníacos… - Maggie, cosita mía, abre los ojos-
Sus mechones rubios rozan mis mejillas. Estoy empapada en sudor y siento el sabor de salino de las lágrimas en mis labios. -¿Estás bien? ¿Tenías una pesadilla? - Gabriel me acaricia la frente. Tengo taquicardia, y el cuerpo me duele como si hubiera corrido una maratón. No, no estaba soñando… Es real… No me atrevo a mirarme las manos, no quiero ver la sangre… No quiero estar dañada…
Rompo en llanto y abrazo a Gabriel. Tengo tanto miedo. Eso no fue pesadilla, fue tan verídico- Calma, cosita, calma. Estoy contigo- dice mientras me aprieta fuerte. Las parvadas de pájaros asesinos son vaticinio seguro de que algo muy malo se avecina. Lo sé…