Fragmento #2 - Vacío

Las noches se me presentan frías sin ella en mis pensamientos. Desde que lo dejé con Sara, algo me ha dejado el alma helada y el corazón con heridas que tardarán en cicatrizar.

No puedo dormir, no puedo concentrarme en los estudios y solo puedo preguntarme si ella está bien, si será feliz... Pero entonces surgen esas tres palabras que quedaron impresas a fuego en mi cabeza: "Estoy fabulosamente bien".

Es en ese momento, cuando descubro que lo peor que le pueden pasar a los integrantes de una relación no es que sean infieles a ellos mismos, sino de descubrir que se ha estado viviendo una mentira, y en mi caso debería darle gracias a Dios de que la relación haya durado tres años, no toda una vida.

Estoy asomado a la terraza de mi balcón y mientras miro la calle, con su actividad autómata, me cruzan estos pensamientos. Veo un grupito de chicas que no deben de tener más de trece años, vistiendo a la moda de algunas chicas poco ejemplares y también puedo ver a un grupo de hombres mayores que las observan con cierta lascivia. ¿Es esa la clase de chica con la que quiero compartir la vida? No puedo evitar mirarlas mal, aunque no sé por qué.

No creo que deba darle las gracias a Dios, más bien debería pedirle que me quitara del medio, no soy la persona que vaya a cambiar el mundo y la vida, más que una oportunidad, se me está ppresentando como una tortura. "Así que déjate de coñas y dale la oportunidad de vivir a alguien que la sepa aprovechar"... Ahí estoy yo, hablando solo.

No sé qué me está pasando. Yo no era así, pero me siento obligado a tomar esta forma de ser que mi madre se empeña en decirme que no llegaré lejos con ella. No importa.

Ya sabía que esto me iba a doler, pero no me iba a temblar el pulso y no lo ha hecho. Debería ser feliz porque he vuelto a ser libre y porque se me brinda una nueva oportunidad y sin embargo, creo que no puedo aceptarlo, no cuando Dios se ha llevado una parte de mi corazón.

Voy a echar las persianas, cuando mi vista se posa sobre una chica morena que me está mirando. Le devuelvo la mirada con un poco de malhumor y lo único que me llama la atención es su vestido blanco. Era como una estampa encima de una fotografía. Impasible ante el mundo. Solo se me viene a la mente la palabra "ángel" y entonces me refugio en el interior de mi casa.