Alnilam
| Sujet: Fragmento #17 - La condena 06.01.09 16:55 | |
| Lunes, 3 de Noviembre de 2008 En Sevilla Es maravilloso que todo vuelva a la normalidad, y después de todo este tiempo me parece mentira que en mis pensamientos pueda mencionar esa palabra. Rocío y yo hemos aclarado nuestras diferencias y todos felices y contentos... No, no todos, yo no. Aún no sé qué fue lo que le provocó el cortocircuito en su cabecita que le hizo enfadarse conmigo, pero ¿qué más da si estamos charlando mientras nos tomamos algo frente a la Universidad?
- Eres imbécil, Jaime. - Me asalta con su ataque verbal. - Seguro que todavía andas preguntándote qué ocurrió aquel día. - Sería un insulto a tu inteligencia decirte que no es así. - Repongo yo acercándome el vaso a la boca y mirándola a los ojos. Ella sonríe. - Todo por lo que has luchado, todo en lo que crees... Lo echaste por la borda al irte con la tal Adriana. A fin de cuentas, ¿para qué? Echasteís un polvo y se acabó. Tiene razón, Adriana dejó en pañales a Sara y, sin embargo, no me molesté tanto con ella. - ¿Por qué te preocupa tanto? - Porque eres un falso. Porque con todos tus ideales te fuistes con ella por el placer de compartir el catre con ella. - Necesitaba ocultar mi dolor. - Repongo serio. - Y una mierda, Jaime. Para ocultar tu dolor ya te bastabas con la patochada de la misoginia. ¿Adónde quiere llegar esta maldita zorra? ¿Qué quiere? ¿No estábamos bien, por qué demonios tiene que sacarme ahora mis fantasmas? - ¿No te das cuenta, Jaime? - ¿qué tiene en sus ojos?. - No eres capaz de aceptar que las cosas tienen que pasar, aún te empeñas en buscar a un culpable por lo de Sara. La gente vive o muere, Jaime, pero tú no lo puedes remediar. - Pues debería hacerlo. - contesto enojado, ¿acaso me han dado sus palabras en una fibra sensible? - Tú no lo entiendes, Rocío, porque nunca lo verás como yo. No tienes ni idea del porqué de mis acciones y nunca lo vas a tener. No quiero que se acerque ninguna chica a mí, quiero estar solo el resto de mi vida. Ella sonríe de nuevo. Bebe del gran vaso de cristal y vuelve a dirigirme la palabra. - Te encanta la soledad, ¿eh, Jaime? - A partir de ahora, sí. - Afronta de una vez, que Sara forma parte del pasado, y que no podrás evitar fijarte en otra chica. Rocío se marcha pero no lo he dado la razón, y lo que más me fastidia de toda esta conversación es que ha dado en el clavo, ha dado con el kit de la questión, pero mi orgullo no me permite verlo. Y es ahora en la soledad, la solitaria soledad, en la que me doy cuenta de la cantidad de incongruecias que le he dicho a esta mujer. ¿De veras quiero estar el resto de mi vida solo? Nunca quise estar solo, siempre lo odié... Siempre le tuve a eso el respeto que me proporciona el pánico a estar solo. ¿Por qué demonios Dios no me da las sufientes fuerzas para cortarme las venas en un baño de agua tibio? ¿Por qué estoy aquí si no voy a ser yo quien cambie el mundo?... Es demasiado para que un simple mortal, como yo, encuentre una respuesta, claro.
¿Qué hacer? Voy a sacar un cigarrillo de la cajetilla, lo voy a encender y sé que es para rendirle culto, pero, ¿qué demonios estoy haciendo? rindiéndole culto como un niño malcriado... Aún no he crecido. Tiro el cigarro al suelo, al infinito asfalto, prueba del tiempo palpable. Apuro la bebida, con algunas lágrimas en los ojos. Lágrimas que se encuentran entre la prepetencia que le tengo a la verdad y la pena porque nunca tendré suficientes respuestas... Perdido en la ignorancia de una realidad incomprensible. | |
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