Alnilam
| Sujet: Fragmento #30 - Palabras mayores 06.01.09 17:09 | |
| Miércoles, 24 de Diciembre de 2008 En Sanlúcar de Barrameda No recuerdo muy bien qué ha pasado, solo sé que estoy tapado con una sábana, un edredón y la corcha de la cama, alguien me ha puesto la calefacción y la temperatura del lugar me hace sentir que estoy en el paraíso terrenal. En la mesita de noche, de la izquierda, hay un despertador que marca las dos de la tarde. Y Elena hace su aparición estelar, Dios bendiga a esta chica. - ¿Qué tal has dormido, bella durmiente? - Me saluda. Sonrío. - Si la chica que me ha arropado has sido tú... He dormido divinamente. - Pues sí, he sido yo la que te ha estado cuidando. - Hace una pausa y ma acaricia la pierna mientras me mira a los ojos. - ¿Qué ha pasado, Jaime? - Su semblante no oculta su preocupación y no era para menos, pues la cosa se había enturbiado demasiado. - Llamaron aquí y pidieron una ambulancia para un joven al que habían apuñalado, se me congeló el alma cuando ví que eras tú. - Y ahora comienza a llorar. - Bueno, bueno, el mal trago ya pasó. - hago una pausa para intentar poner en orden la cantidad de sucesos que le relato a continuación, y en el transcurso de mi narración, me dio la ligera impresión de que le molestó lo referente al momento en el que Sara y yo casi nos acostamos, pero no le doy importancia y continúo con mi visión objetiva de los hechos. - Pásame la cartera. De ella extraigo el preservativo que conservé intacto en su envoltorio. Lo abro y le digo que lo llene de agua. Cuando vuelve, el resultado fue el mismo que cuando lo probé con el Martini. Estaban pinchados. - Y el Martini contenía algún tipo de opiáceo, algo que me dejó fuera de sí. El pinchacito de Sebas ni me dolió. - Jaime, esto ya no me gusta nada. La cosa se vuelve muy negra. - Presiento que nos estamos acercando. Pero hay cosas que no me encajan. - Nos miramos momentáneamente. - El hecho de los preservativos y la bebida defectuosa tenía un motivo. Pero, ¿dónde estaba Sebas? Aquí hay otras personas involucradas en el asunto, y Sebas es solo un cabeza de turco. Alguien quiere que concentre mi atención en él para que no pueda ver los siguientes ataques. Esa persona podría ser Julián, pero no creo que tenga mucho que ver conmigo, la verdad. - En ese caso, tendría mucho sentido de que la persona que me llamara por el porterillo fuese Sebas. No estaba en la fiesta y te esperaba cerca de casa, te apuñaló y sintió miedo por lo que acababa de hacer. - Y se complicó la existencia mucho más cuando le salvé la vida. Alguien se lo quiso llevar por delante echándole encima el coche. Elena se levantó de la cama y se queda mirando a la ventana, se vuelve hacia mí. - Jaime, estoy preocupada. - No lo estés, quiero que te vayas y te olvides de este asunto. Ya te he acarreado muchos problemas con tus padres. - Jaime, lo siento, tuve que llamar a mis padres... No te imaginas el miedo que tenía en el cuerpo. - Hace una pausa. - De todas formas no les conté nada referente al asunto, tan solo que nos gustamos y que decidimos estar juntos un par de semanas, con la intención de volver hoy mismo, por eso no volví a Sevilla con ellos. - ¿Se lo han creído? - Mi padre, sí, y me dijo que iba siendo hora de que diese ese paso, desde lo de Fran no... Y mi madre, bueno, mi madre recela de todo y de lo oculto que lo he mantenido. Tus padres saben de esta información, fue lo primero que se me ocurrió. - Gracias, Elena. - Estoy asustada, Jaime. - Elena, no quiero verte implicada en esto. Ya ha corrido sangre y es probable que corra más. No quiero pensar que sea la tuya. - Imbécil, eres tú el que me preocupas. La miro y algo me dice que es verdad. Nunca ví a nadie que se preocupara por mí como sus ojos me estaban mostrando. - No me vengas con esas, Elena. Ahora me vas a decir que te has enamorado de mí. - De tí, nunca. Aunque fueses el último mono del planeta. - Mejor. - Respondo secamente. - Así no tendré que pensar en tí. - Ojalá te mueras, Jaime. Va a irse, pero se vuelve otra vez. - ¿Por qué haces esto? - Rectifica. - ¿Por qué te haces esto? No merece la pena, Jaime. Lo que de veras merece la pena es vivir, compartir, sentir y enamorarte... No esto que estás haciendo. Tienes veinte años y nunca volverás a tenerlos, estarás maracado siempre. - ¿Por qué lo haces tú? - Aunque me cueste reconocerlo, por tí. Desde aquel momento, Jaime, te estuve esperando. Pero nunca hubo nada, te fijaste en las personas equivocadas, jugaste a dos bandas con nuestro grupito, y conmigo, en especial. Pero supongo que tu cursillo te entrenó para hacer esto, ¿no? Asiento. - Quiero vivir, Jaime. Y lo voy a hacer, he intentado convencerte pero ya veo que es imposible... Yo sola no puedo cambiar el mundo. Adiós, Jaime. Feliz Navidad. Espero que tú y los tuyos lo paseís bien. - Elena, espera. Pero se va sin detenerse. | |
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