Fragmento #62 - ¿Dónde estamos?

Decía cierto filósofo, que era muy difícil identificar qué era real y qué era un sueño, hasta el punto, de que resultaba prácticamente imposible diferenciar el mundo de los sueños y el mundo en el que vivimos. ¿Y si fuese al revés? Que las veinticuatro horas del día fuesen solo un sueño, en su mayoría desagradable, y que las doce, pertenecientes a la noche, fuesen nuestra vida auténtica. Sería glorioso. Si fuese posible, Sara estaría todos los días conmigo...

Probablemente, me repita mucho, mi vida no es la mejor vida, a lo mejor eso hace que la sepa valorar más. Pensar en Sara es pensar en un pasado inquisidor, que me torturará hasta que caiga en la locura y confiese mis pecados, ante los que se consideran defensores de la Vida y la quitan a golpe de martillos.

Mataría por devolverle la vida a Sara, me considerarían monstruo que crea vida contra natura; y, sin embargo, parece ser que hasta los más jóvenes disfrutan con la destrucción, con la aniquilación de seres vivos, y, en ocasiones, de su propia especie. El auténtico don está en ayudar, en querer salvar vidas y darlas.
¿En qué nos hemos convertido?
¿Qué somos?

De la noche a la mañana, no somos capaces de reconocernos. Algo nos cambia y nos afecta en la moda, en el pensamiento, en la actitud... Incluso en los sentimientos... Supera a la ficción, pero, ¿qué es ficción y qué realidad? y aun así, las dos preguntas anteriores seguirán buscando respuestas en la nebulosa que abarca el tiempo imperdonable.