Fragmento #74 - Encrucijada sentimental

Oficialmente es un hecho innegable. Sé que la quiero, que no puedo vivir sin ella, que le debo mi vida, primero; por haberse "suicidado", y segundo, por habérmela salvado. Tu vida por la mía, una deuda de sangre que termina por cobrarse, tarde más o tarde menos. Pero es algo que acepto gustoso. Pobre Sara. Ahora creo que empiezo a entender su creencia en el predestino, salvé la vida por algún motivo, hay algo que tengo que vivir y creo que me cambiará, sin embargo, mi espíritu escéptico racionalista me dice que eso son tonterías, no puedes creer en algo que no existe, en algo que no tiene ciencia exacta, por tanto, el predestino no existe y no, no me va a ocurrir nada.

No obstante y pensando de una forma fría, la muerte de Sara me ha liberado en parte, me ha liberado de los malos recuerdos, de su famosa frase "me encuentro fabulosamente bien", y de una larga lista. Soy libre para comenzar de cero, para tener una nueva vida, para vivir y enamorarme, soy joven... Y sin embargo, aquí estoy martirizándome por su pérdida, por su muerte. ¿Una señal del predestino? La ironía está en que seguiré diciendo que fue Destino la que le empujó a hacer esto. Nunca lo sabré.

Seamos sinceros, aquí hay algo más que la muerte de Sara. ¿Un sentimiento de soledad? Tal vez, el hecho de sentirse solo es como un cáncer que va deteriorando nuestros órganos poco a poco, y los sentimientos. No estoy solo... Pero necesito de la compañía de una persona que me complete... ¡Oh, Dios mío! ¿En qué clase de persona me estoy convirtiendo? Ni siquiera soy capaz de mantener una promesa, le dije que ella estaría siempre en mi corazón y estoy pensando en encontrar a una persona que me complemente, una persona, que para ello, tendría que conquistar mi corazón. ¿Por qué todo es tan complicado?
- ¿Por qué, Sara?
- Nuestros seres queridos nunca mueren si están en nuestros corazones, Jaime. Sara está en el tuyo y ahí vive su alma.
Me giro y es la chica que me devolvió la vida.

Tengo que decirle algo, ¿que tal un "déjame en paz"?
- Yo... Yo - ¡Vamos, Jaime, coño!... ¡Contesta!
- ¿Quiéres tomar un café?
Asiento.

Se acerca me coge del brazo y nos marchamos, a paso lento y sin decir nada. Una parte de mí, dice "bien hecho". La otra, " maldito hijo de puta, traidor".