Esta mañana, cuando me he despertado, no había nada distinto. Los pájaros no cantaban, no olía a café y tostadas, ni siquiera había sonado aún el despertador. Pensé en quedarme en la cama dando vueltas, pero no me apetecía. Me levanté en la cama y entré en el baño. Me lavé la cara y salí. Mi padre estaba preparando el desayuno. Me preguntó si quería y le dije que sí, y me senté en el salón, con mi hermana y mi madre.
- Buenos días cariño –me dijo mi madre-, ¿has dormido bien?
- No –contesté de manera seca. Tengo mal humor recién despierta.
- Carlota, hemos pensado mamá y yo que nos vayamos las tres al centro temprano, así podemos comprar el regalo de la abuela y algo para nosotras.
- Vale –respondí escueta.
Terminamos de desayunar. Hice mi cama, me vestí y salí al salón. Mi padre tenía puesto el fútbol así que me volví a mi cuarto. Diez minutos después entró Cristina en el dormitorio y nos fuimos. Hacía calor en la calle y no me gustaba. Mi madre se había olvidado las gafas de sol y quería que volviese a casa a por ellas.
- ¿Y por qué no vas tú? –le pregunté frunciendo el ceño-, no tengo la culpa de que te las hayas dejado.
- No importa mamá, voy yo –dijo Cris entrando en casa rápidamente.
Me puse los auriculares durante el trayecto. Mamá andaba al lado de Cris con un brazo sobre ella. Mi hermana me dio la mano pero no duré mucho cogida a ellas. ‘’Qué vergüenza, las dos así cogidas que cursi son’’ pensé, celosa de no querer unirme a ellas. Cuando llegamos al centro entramos en un par de tiendas. A mi madre no le gusta ir a tiendas así, desperdigadas por la calle, y el corte ingles es muy caro, así que nos aguantamos, al menos hasta que mi padre cobre este mes. Entramos en zara. Cris se probó un vestido y yo intenté meterme una camiseta de licra. A ella le sienta perfectamente, cómo no, es la hija perfecta: delgada, guapa, con buenas notas, sumisa, ... yo nunca seré así, entre otras cosas porque no quiero. ¿Y qué si suspendo asignaturas? Eso no significa que sea más tonta. ¿Y si soy rebelde? Ya se sabe que los grandes líderes de la humanidad lo han sido. ¿Y qué si a veces la ropa me queda pequeña? ¿eso me hace fea?
Llegamos a casa horas después. Cris se puso el vestido para que papá se lo viese. Rosa que la hacía parecer una muñeca de porcelana con su pelo rubio y rizado tan suave, y con sus pequeñas pequitas. Casi me da envidia. Pero sólo casi. Me fui a mi cuarto y entré en tuenti. Salí a por agua y algo de merienda y me encontré con mi madre. Casi la piso. Se me quedó mirando y juraría que se le escapó una lágrima. Quise abrazarla, darle un beso, colocarme entre el mundo y ella. Pero no lo hice. Ya no sé hacerlo, hace mucho que perdí la costumbre.