Sara (IV) - El amor es eterno

¿Qué mejor forma de empezar el día que con una ducha y un buen desayuno? Pero, hoy esto es lo de menos. Jaime vendrá esta noche... ¡Y se me va a declarar! Sí, sí, sí... ¡Soy la tía más feliz del mundo! Por fin un hombre hecho y derecho que me va a dar su cariño.

La verdad es que desde el - un momento que lo mire - ¡Ah, sí! Desde el dos de Agosto, me tiene loca. Aquel mensaje suyo diciéndome que tanto me quería me dejó prendada. Ahora que lo pienso, ¿no hubiese sido mejor haberlo dado el sí en Febrero? Bueno, ¡qué más da? Tanto él como yo vamos a recibir lo mismo esta noche. Lástima que este de regla hasta los huevos.

Mi madre me mira y sonríe. Sabe que estoy feliz. ¿Y Jaime? ¿Lo estará él también?

Baja del autobús. Me sonríe. Saluda con dos besos y mira la hora en su reloj.
- Tenemos tiempo. Venga, te invito a tomar algo.
Lo llevo al chiringuito donde de vez en cuando iba con mis amigas. Me cuenta sus últimas peripecias pero yo solo pienso en la última frase de la última conversación del último día: Mañana me declararé y te demostaré cuánto me importas.

Es como en los cuentos de hadas. Son las ocho y cinco. Que comience el show. Me lo llevo alegando que se me ha olvidado la chaqueta en casa y que después hará mucho frío. Se muestra reticente pero accede. Durante todo el camino me da la del tigre con que si es una trampa - pues claro que lo es, imbécil - y estoy apunto de decirle que sí. Pero allí están mis padres. Y mi hermana que tanto interés tenía en conocer a Jaime.

- Mi padre, mi madre y mi hermana, Lorena.
- Encantado, padre de Sara, madre de Sara y Lorena. - Responde dando apretones de manos y besos.
A mi hermana se le dibuja una sonrisa en la cara. ¿por qué será? Jaime no es capaz de abrir la boca, solo se limita a escuchar las tonterías que le está contando mi madre.
- Jaime, mañana comeremos todos juntos en casa y nos gustaría que estuvieses con nosotros.
- Eso me encantaría.
- ¡Estupendo! Porque te voy a poner una paella que te vas a relamer los dedos, me vas a pedir que te de más. - Jaime me mira con un poco de blanqura en la cara, ¿qué pasa? ¿Acaso no le gusta la paella? - ¿Y sabes lo mejor, Jaime?
- N-n-n-no, señor.
- Que la hago yo mismo.
- Es un gran alivio saberlo, seguro que me moriré al probarla. - Todos lo miramos. - De lo rica que estará, claro. - Añade.
- Toma, Sara, la chaquetilla. - Me la da mi hermana.

Nos despedimos y nos vamos a la casa del novio de la que ha organizado la fiesta de la Caridad, como ayer no pudieron hacerla por no sé qué historia, la va a hacer hoy. Jaime no me coge de la mano, tampoco lo hizo antes. Andamos en silencio hasta que rompe el silencio riéndose.
- ¿Ya está tu familia tranquila?
- ¿Tranquila?, ¿por qué? - Respondo haciéndome la nueva.
- Porque ya saben la clase de chaval que soy.
Sonrío.
- Te gusta la paella, ¿verdad?
- En realidad, soy alérgico a la paella. - Responde con sorna.

Llegan nuevos invitados. La mayoría canis y ya están borrachos. Tengo miedo y sin darme cuenta cojo la mano de Jaime, que parece muy tranquilo. No sé, se ven con ganas de pelea, pero Jaime está impasible, ¿será por lo que me comentó Robert, de aquel cursillo suyo? Me encantaría verle en acción...
- Sara, - comienza a decirme mientras me pasa una mano por el rostro y me echa el cabello hacia atrás. - quiero que sepas que el corazón que tengo en el pecho, como la poca o mucha alma que me queden son tuyas.
Pero, me doy cuenta de que está era la acción que necesitaba. Que me dijese esto, como si se tratase de un cuento. Me abraza con sus fuertes brazos y por un momento creo oir sus latidos. Entonces descubro que él es el hombre de mi vida. Que lo amo. Que los dos somos uno y que ahí estaremos... En lo bueno y en lo malo hasta que la muerte nos separe.

Me empieza a dar besos en la cabeza, en la mejilla. Va a darme uno en los labios y lo freno.
- ¿Qué pasa?
- No estoy preparada, Jaime.
- Tranquila, no tengo el esperma en la boca, no te vas a quedar embarazada por esto. - Me replica bromeando. - Pero si crees no estar preparada, de acuerdo. Lo entiendo. Contigo a mi vera tengo todo el tiempo del mundo.
Él me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. Lo acepta y yo descubro un tesoro