Domingo, 25 de Octubre de 2009
En París
A mi alrededor, unos niños corren, juegan a perseguir a las palomas. Uno de ellos se sube de un salto al banco en el que estoy y se queda mirando el cielo. París atardece jugando al rojo: cada tonalidad tiene una sangre distinta. Luego, llama a su madre. Baja del banco y vuelve con ella.
Termino de liar el cigarro y lo enciendo mientras los veo marchar. Quedamos pocos allí, en el parque. Miro la hora. Me levanto. Llego tarde.