Lunes 11 de Enero de 2010
En Sevilla
Al igual que en
La banda de patio existe un código no escrito del recreo, hay uno de las rebajas. Los botones rotos son reparables, gastarse más de cien euros en una tienda no está permitido, empezar por las tiendas más baratas es obligatorio, etc pero la norma principal para el buen funcionamiento de las relaciones entre mujeres es una y sólo una en temporada de rebajas: quien lo encuentra se lo queda. Es simple, rápido y clásico.
- ¡Oh un Kelly!
-¡Pero qué Birkin! –dije al ver aquella monada brillando sobre una montaña de jerséis de punto.
Lo rescaté por un asa, pequeñita y redonda. Tiré suavemente de él (no fuera que se rompiese) y algo me lo impedía. Tiré más fuerte y me di cuenta de que algo lo arrastraba para el lado contrario. Miré y había una tía sujetándolo con fuerza.
- Este Birkin es mío –dije lentamente, marcando mi territorio, sujetándolo por la solapa.
- Suelta mi Kelly mala pécora
- ¿Perdona? ¿Kelly? ¿Pero tú de dónde te has escapado? –la miré con todo el desprecio que pude, aunque llevaba un vestido muy mono. Ah claro, botitas con taconazo para ir de compras, en fin, qué se puede esperar de alguien que llama Kelly a un Birkin.
-Anda, vete al mercadillo que allí seguro que venden tus Birkin.
-Mira niña me estás tocando las narices. –Respiré para calmarme un poco y continué lentamente-. Suelta mi bolso YA
-Dámelo –dijo entre dientes y comenzó a tirar más fuerte la guarra esa.
-Que es mío –espeté mientras hacía fuerza
Y como si de una película se tratase, de pronto el bolso se rompió. Vaya golpe que me di al caer sobre un mueble clavándome todo el precio del están ;Todavía me duele la espalda y el orgullo, media tienda tuvo que verme las bragas la verdad. Después de todo el bolso era de Blanco, qué se puede esperar.
Me levanté con cuidado, todo el mundo nos estaba mirando a la guarra esa y a mí. Me eché a reír al verla, se le habían caído todos los tacones de una estantería encima. Se levantó y me miró. En la jungla de las rebajas este tipo de manifestaciones de salvajismo humano son muy habituales, la gente está casi acostumbrada. Mucho más, por supuesto, la encargada de la tienda, que apareció justo antes de que fuéramos a cogernos por el pelo, y se puso en medio. Debíamos de ser transparentes para todo el mundo pues teníamos un cerco a nuestro alrededor y creo que vi a una niña montando una mesa de apuestas.
- ¿Quién ha roto el bolso? –preguntó la mujer mirándonos a las dos como una maestra de escuela. No me lo pensé si quiera.
- Ha sido ella –dije rápidamente.
-¡Mentira! ¡embustera! Te lo has cargado tú, burraca.
La tía se me fue a echar encima justo cuando el segurata de la tienda nos separó colocando un brazo delante de cada una. Qué bueno que estaba.
-¿Quién va a abonar el precio del bolso?¿Quién lo va a pagar? ¿o tengo que llamar a las autoridades?
La tía esa y yo nos miramos, y creo que nos entendimos bastante bien. Salimos corriendo de la tienda, menos mal que estábamos al lado de la puerta. Nos habíamos leído la mente y llegamos casi en segundos al Corte Inglés y nos escondimos en la óptica, ahí era imposible que nos vieran (paradojas del destino).
- Joder no podríamos habernos escondido en otro sitio que no fuera el Corte Inglés –susurré a la chica. Odiaba ese sitio con toda mi alma.
-Si no te hubieras cargado mi Kelly… -me hizo gracia. Genio y figura hasta la sepultura-. ya ha pasado un tiempo razonable. Digo yo que el mundo seguirá su curso ahí fuera con un bolso de Blanco menos, ¿no? Soy Diana
-Yo Carlota. Tienes un nombre muy bonito, qué pena… -dije casi sin pensar y de pronto se me ocurrió una idea-. Hoy es tu día de suerte, querida… te voy a dar unas clasecitas… vas a aprender a tener un poco de estilo eh… ¿qué me dices?
- ¡Ja! Hoy por fin vas a ser una mujer con clase.