Domingo 23 de Mayo de 2010
En Sevilla
¿Hay algo más triste que el hecho de que un juguete tenga vida? ¿Que esas muñecas y esos balones con los que jugábamos de pequeños puedan pasarse toda sus vidas recordando con tristeza los años en que eran lo más importante para nosotros? Es descorazonador pensarlo porque, además, da igual la vida que hayas tenido, a todos nos ocurre. Maduramos y dejamos de pensar en esas cosas importantes del día a día de cuando no llegábamos al metro y medio. Ver el episodio diario de
Guerrero Luna que habíamos grabado por la mañana, tomarme unas galletas y un zumo de naranja sentada con mi madre en el salón y rodeada de folios que pintar y con colores y muñecas a mi alrededor. Recordar esos momentos y pensar que no volverán es tan triste…
Hace un rato estaba leyendo un artículo sobre las segundas partes de las películas y su, por lo general, decepción tras verlas, y destacaba algunas de las pocas de calidad, como por ejemplo Toy Story 2 e incluía un vídeo. En éste una muñeca cuenta lo feliz que era cuando su dueña aún era una niña y jugaban y la quería, y después… la abandonó. Sí, vale, es una película y ya sé que los juguetes no hablan ni salvan al mundo pero… es que es tan triste ¿verdad?
Y es que si los juguetes hablasen…