Fragmento #83 - Así como ayer

Condenado a la eterna cháchara de un hombre al que no he visto en mi vida, y que casualmente, goza de un prestigio y una reputación de la que tampoco he escuchado nada. Así es la vida. Qué tostón. Y cuando parece que va a terminar... Coge aire y dice unas mil cuatrocientas palabras por minuto, ininteligibles, por supuesto; e imposibles de imprimirlas en el folio.
- ¿Alguien tiene alguna pregunta?
Sí, yo... Verá, quería saber cuántos créditos me van a dar por esta bazofia de conferencia a la que he tenido el dudoso honor de acudir. Contente, Jaime, la educación debe prevalecer.

Silencio en la sala. ¿Habrá algún burro? Es difícil que lo haya, tan solo somos seis alumnos y trescientas mil personas mayores, la verdad es que sería difícil que alguien hablara, y mucho menos que alguien pregunte algo sobre lo que ha dicho. Porque teóricamente sería imposible. He aquí el riesgo de preguntar cuando uno no se ha enterado de nada, cuestionar algo que el propio conferenciante ha dicho.

Una mano se alza entre las primeras filas. Una mujer se acerca con un micrófono y formula su pregunta.
- Entonces, según sus investigaciones; resulta que el problemas de Tartessos, a nivel historiográfico es el lugar.
No distingo quién es la que ha hablado, pero sé que es una chica. Vamos, que tampoco se ha enterado de nada.
- No, yo lo que he dicho, - comienza a responder el conferenciante. - es que debemos dejar a un lado los problemas circunstanciales para centrarnos en lo que tenemos.
Que un conferenciante diga eso de Tartessos... Es que muy buen historiador no es. Y mucho menos arqueólogo. Seguro que es un don nadie que se las da de sabiondo.
- Pues no me parece su posición la más acertada. Creo que Tartessos es una gran labor investigadora precisamente por los problemas que representa y no por los objetos que hayamos encontrado. - "Hayamos encontrado", reconozco que la chica tiene madera de historiadora.
- Vale, muy bien, señorita. - Responde el protagonista de la mesa central. - Pero entrar en esos asuntos significaría tirar toda una vida por la borda. ¿Es consciente de la cantidad de circunstancias que se dan en este pueblo?
¡Ups! Levanto la mano.
- Precisamente, si somos historiadores, debemos dedicarnos en cuerpo y alma a investigar. Si Tartessos representa problemas espacio - temporales, como bien asegura Roldán, tenemos que indagar en esos menesteres para de esta forma desentrañar sus etnias, sus gustos, sus tendencias. Basarnos en los hechos es como decir hoy está nublado, mañana lloverá.
El conferenciante asiente.
- Tienen ustedes razón... Si es lo que quieren escuchar. Así que si tienen algo más que decirme, a la salida les doy mi tarjeta con mi número de teléfono para debatir estas cuestiones que prolongaría este debate y privaría a otros de la palabra.
Nadie volvió a levantar la mano. La sesión ha terminado, por fin.
Recojo mi maleta, meto los folios en la carpeta. La chica y el conferenciante se me acercan. Habla el segundo.
- Me han propuesto un interesantísimo debate esta mañana, - dice refiriéndose a los dos. - Les estoy muy agradecido. Estaré algún tiempo aquí y me gustaría que acudiesen al departamento de Historia Antigua, el lunes. No es algo que haga con todos, solo con los que demuestran haber estado atentos e interés por la materia.
- Gracias.
- Muy amable. - Responde ella. Se da media vuelta para irse y yo sigo recogiendo. Pero se detiene y se vuelve hacia mí.
- Gracias por haberme echado un cable y no dejarme sola.
- ¿Eh? ¡Ah! No ha sido nada. Aquí todos estamos unidos por la misma pasión.
- Cierto. - Hace una pausa. - Perdóname, ¿nos conocemos?
- El caso es que tu cara me es familiar, pero, como Tartessos, tengo un problema espacio - temporal.
- ¿Ayudaría si te dijese que el espacio, eran nuestras casas vecinas; y el tiempo, 1993- 1995?
- ¡¿Vicky?!
- ¡Jaime!
Nos abrazamos con fuerza, Dios qué alegría más grande. Vicky sin esperar demasiado me propina una bofetada.
- Eso por dejarme tirada.
- Perdona, tu padre casi me atropella cuando os estabaís mudando.
Me mira dulcemente y volvemos a abrazarnos.
- Oye, Jaime, ¿estás libre mañana por la noche?
- Sí.
- ¿Vives en la misma zona?
- Sí. - Y me rio.
- Pues mañana paso a buscarte, sobre las ocho, ocho y media. Tenemos que recuperar el tiempo perdido.
- ¿Adónde iremos?
- Déjalo de mi cuenta, muchacho.
Se despide con una sonrisa. No, si al final Dios no va a ser tan malo y sabiendo que estoy mal con Alma me envía a Vicky.