Fragmento #4 – Expectativas

Viernes, 7 de marzo de 2008
En Madrid

El primer detalle de hoy, es una paloma atrapada en el vestíbulo del intercambiador de Moncloa. Cada cierto tiempo, emprende el vuelo e intenta buscar una salida. Tras una serie de golpes más o menos intensos contra los ventanales desiste y descansa; y tras unos instantes vuelta a empezar. Puede parecer estúpido, pero siento cierta ansiedad al contemplar su situación. Al observarla, casi creo poder distinguir la expresión de angustia en su cabecita (si es que acaso se puede hablar de expresión en un ave) Las puertas están abiertas de par en par, pero ella no distingue la vía de escape de los cristales y pasar por ellas le exigiría volar muy cerca de nosotros.
Me sorprenden los pájaros. Son capaces de hacer algo por si mismos que el hombre ha tardado miles de años en conquistar. Vuelan, vuelan con seguridad y precisión, dominan el aire esquivando obstáculos y, sin embargo, se muestran torpes en el suelo. Andando a saltitos y moviendo el cuello como si fuera el de un autómata. Curioso contraste.
Trabajo en la energía eólica. Yo también intento gobernar el aire, exprimirlo más bien. A veces al observar las aves, me pregunto si podrían ellas enseñarnos la cantidad de secretos que esconden en sus millones de años de evolución. Un “simple” gorrión, es el mejor resultado de la naturaleza para un bichito volador de pequeño tamaño y que come insectos y gusanos. Y en su diseño se han empleado más horas de túnel de viento de las que cualquier investigador pudiera imaginar.
Estos días, en los que el invierno ha vuelto, ventoso, por Madrid y por el resto de España, se ha generado en los aerogeneradores entre un cuarto y un tercio de la energía consumida. Un dato esperanzador, ¿no? Quizá no acabemos cargándonos el planeta después de todo. Hoy en concreto también termina la campaña electoral. Decepcionante y previsible, parece que, después de tanto mitin vacío y bajo, esperásemos en conjunto el domingo como esperan los fanáticos del fútbol un derbi.
Deberían ser unos días de grandes expectativas. Un cielo que flirtea nuboso con la tierra sedienta, para darle a esta algo que beber; brisas de esperanza para un futuro sostenible entre el hombre y su hogar en el universo; la celebración, del que se supone es, el acto estrella de una democracia… Sí, grandes expectativas… Sin querer, he soltado una risa tonta mientras camino por la acera. Me fijo en la gente con la que me cruzo. ¿Pensaran ellos y ellas también en todas estas expectativas? … Ahora la sonrisa se ha quedado en una mueca.
Puede ser mi idealismo, que está madurando ya por fin y de una vez por todas. Puede ser que me esté volviendo un ser práctico definitivamente. Pero ahora que justo acabo de cruzarme con una guapa y joven universitaria, pienso en lo anterior y tengo ganas de decir: ¡Y a mi que coño me importa! Después de todo, puede que sea tan autómata como un gorrión o una paloma, quizá sea tan… animal.