Fragmento #27 - Blanco y negro

- Gracias.
- Fue un placer. - Le respondo mientras ella entra en casa.
- ¿Nos veremos mañana?
- Bueno, por la hora que es, ya estamos en el día de mañana. Pero, si quieres sí. Podemos ir a ese restaurante donde sirven esa espectacular pizza.
- ¿A las doce?
Asiento.
- ¿En la estación?
Ella asiente con la cabeza.
Su rostro se acerca al mío y cierra los ojos para darme un beso en los labios, pero cojo su mano y me inclino hacia ella para besarla. Le sonrío y ella me devuelve su sonrisa. Se marcha y yo emprendo mi camino de vuelta al apartamento de Roberto.

Dejo que el frío me envuelva, que se meta dentro de mi cuerpo, que me cale hasta los huesos. Me voy mirando los zapatos y con la preocupación de lo ocurrido esta noche. ¿Qué demonios tendrá Julián contra mí? Ni siquiera nos conocemos y algo me dice que lo del preservativo no fue un accidente.

Un hombre alto se me aproxima de frente, lleva un chaquetón impermeable y lleva puesto el gorro que viene incorporado con la prenda. La cara apenas se le puede ver, seguramente, será algún chavalito que viene de una fiesta, de una discoteca, o ... ¿O qué coño estoy diciendo? A mi solo me importa... Dormir. ¡Dios, cómo me gira la cabeza! No tengo ni idea de dónde estoy. Sé que me he parado y que estoy apoyado contra una pared, blanca... Muy blanca. Giro la cabeza y centenares de luces blancas se agolpan en mi visión.
- ¿Me he muerto?
- Aun no, hijo de puta. - Me responde alguien.
Ese alguien es una silueta encapuchada. Hay un brillo en su cintura que acapara mi atención, es un brillo fugaz que se pierde en algo blanco y que relaciono con algo doloroso, algo que me atraviesa la piel. Instintivamente, mi mano se desliza hacia la zona del dolor y no sé muy bien qué está pasando pero siento que por mis dedos corre algo espeso y caliente... ¿Dónde estoy? ¿Qué es toda esta parafernalia? Pierdo la noción del equilibrio, no me mantengo en pie...

La silueta se quita la capucha, el rostro que se me ha descubierto me es conocido pero no puedo aclarar quién es este individuo.
- Recuerdos de mi hermano, Jaime.
La silueta comienza a retroceder... Una voz dentro de mí me dice que el hombre es Sebastián. Intento mirarle a la cara, y él sin apartar su vista de la mía no se da cuenta de que está en medio de la carretera y que un coche a gran velocidad se dirige hacia él. ¿Es que acaso el coche no ve que hay un peatón? No disminuye la velocidad. Hago acopio de mis fuerzas y me lanzo sobre Sebastián, en el momento en que el vehículo se lo hubiera llevado por delante.
No sé dónde estoy, pero sé que le he salvado...Está fuera de peligro. luces blancas se agolpan en la vista y de repente, todo se torna oscuro...