Alnilam
| Sujet: Fragmento #33 - La pregunta del millón 06.01.09 17:11 | |
| Domingo, 28 de Diciembre de 2008 En Sevilla Llamo a la puerta. Se escuchan unos pasos y su cálida voz pregunta lo normal antes de abrir. Pronuncio mi nombre y transcurren unos segundos que ella emplea en cerciorarse de que soy yo, por la mirilla. Descorre el pestillo y me sonríe. La verdad es que no esperaba que Elena me saludase así, después de las palabras que cruzamos en Sanlúcar. - Pasa, anda. - Ella se adelanta. Entro y cierro la puerta tras de mí. Desde el final del pasillo, que se extiende ante mí, me dice que deje el abrigo en el perchero que hay detrás de la puerta y tras obedecerla, me encamino hacia la procedencia de su voz, para dar con la cocina. - ¿Quieres café? - Sí, gracias. - hago una pausa. - Oye, ¿y tus padres? Las dos veces que he venido no estaban. - Esta vez toca irse de compras... Ya sabes, eso de la Navidad, los Reyes. - Sí, sí. Elena comienza a hacer café. - Bueno, ¿qué te cuentas? Me alegra ver que por una vez me haces caso. - Pensé en ello detenidamente, reina. Y sé que tienes razón. Me sonríe. Tiene una sonrisa preciosa, tanto que es imposible resistirse a ella. - Mira, Elena, quiero pedirte perdón. No debí meterte en este fregado y remover el agua pasada. - Jaime... - No, - la interrumpo. - déjame terminar. Hay una chica, una mujer que me ha devuelto la felicidad. - Elena comienza a servir el café. - Cuando Sebas llegó a amenazarme sentí miedo por ella, algo que no me pasó con Sara. Estrella se ha convertido en mi universo, la quiero como a un tesoro, y estoy dispuesto a hacer por ella lo que haga falta. Si acudí a ti fue porque tu sabías más de Sebas que yo. - Es una chica afortunada. - Le da un sorbo al café que tiene ante sí. - ¿Sabes? Si yo hubiera sido tú y de verdad la quisiera, no habría hecho nada de esto. Jaime, el amor no existe, tan solo la atracción. La convivencia con una persona puede ser mayor o menos en función de la compatibilidad, pero no puedes correr un riesgo como este por el amor. No merece la pena. Las parejas vienen y van, esto es así. Es más, seguramente, has perdido todo contacto con ella desde que te encontraste con Sebas. Asiento. - ¿Ves? En ese tiempo ella ha podido pensar de todo. Que no querías saber más del tema, que no te interesaba... Pero eso es como todo, cariño; tu familia. Jaime, tenías que haber visto la cara de tus padres cuando se presentaron en el Hospital. Y nos fuímos, vale que yo fuí por mi propia voluntad, sin decirles la verdad del asunto. Jaime, no merece la pena, lo peor que le puede pasar a Sebas, o a la puta madre del que te este haciéndo esto es que no le sigas el juego. Ahí también lleva razón. - Vive la vida, Jaime. - ¿Qué hay de lo otro que hablamos en Sanlúcar? - Pregunto haciéndole alusión a su comportamiento para conmigo. - Bueno... En momentos de tensión ya sabes, se dicen cosas que... - Sí, claro. Lo entiendo. Bebo un poco y sopeso la posibilidad de contarle que ahora ya no era por voluntad, sino por imposición que tenía que seguir con el caso. - Es más, Jaime. Tu plan más descabellado no podía ser. Volver con Sara para llegar a su lista de contactos. - Reconoce que fue un puntazo, en poco tiempo, aparece en escena Julián, Pablo y Sebas, todos relacionados. - Jaime, no le des más vueltas. Olvídalo todo. Incluso a esa chica que ya se habrá olvidado de tí. - ¿Estrella? - Esa. Vacía su vaso y lo deja en el fregadero. Se acerca a mí, sonriéndo. - No sabes la alegría que me ha dado verte aquí, eso me dice que viniste a pasar la Navidad con los tuyos y que seguiste mi consejo. - Sí, bueno... - Jaime, me gustaría hablar contigo de otro asunto, pero quiero que sea... En otro sitio, algo más íntimo. - Esto suena muy mal. - Depende de cómo te lo quieras tomar. Aunque hay algo que quiero preguntarte. Termino el café. - Jaime, ¿qué hay entre tú y Sara? Esa es una buena pregunta. Entre Sara y yo. - No es que a mí me importe, ¿no? Pero me gustaría saberlo, ya que casi os acostasteís. - Si no te importa, ¿por qué lo quieres saber? - Agacha la cabeza. - Curiosidad. - La curiosidad mató al gato. - Replico secamente.
- Ya veo que aunque no tengaís nada, ella te importa. - Me importa toda persona que este en mi vida. Fue una mala idea venir aquí. | |
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