Fragmento #42 - Zafarrancho

Desayunamos en casa de Miquel, nos duchamos y luego salimos pitando para la estación. Miquel nos acerca en su coche, aparca y se baja con nosotros. Allí está Michelle, esperando. Quedamos una vez más, esta vez con Jaime, para dar pie a alguna conversación. Le dije que me iba hoy y ha venido. Le sonrio.
Es tarde, así que echamos a correr los cuatro. Jaime y yo subimos a nuestro vagón y dejamos las mochilas dentro. Tras echar un vistazo al reloj, veo que quedan un par de minutos antes de partir, así que agarro un paquete y bajamos. Abrazamo a Miquel y nos despedimos de Michelle con dos besos. Me dice algo que, claro, no entiendo. Yo le doy el paquete, sonríe, sin enterarse de nada. Nos comunicamos como mariposas ciegas. Es gracioso.
Subimos al tren y éste empieza a marchar, y nuestros amigos van perdiendo tamaño y el paisaje vuelve a deslizarse y confundir sus colores.
- ¿Qué le has dado? - me pregunta Jaime, mientras enseña su billete al revisor.
- Mis poemas.
Jaime asiente. Dejo caer todo mi peso sobre el respaldo.
- Por cierto. ¿Qué me ha dicho?
- ¿Qué?
- Al despedirnos. Tú sabes francés. ¿Qué me ha dicho?
Jaime tarda un momento antes de responder. Por fin cae y lo dice.
- Que os veréis pronto.
Asiento. Ayer fuimos a Lyon. Visitamos algunos pueblos, bebimos, cantamos. Y mañana, a Sevilla, a por los exámenes de Septiembre. Empezó tarde el verano, y ahora toca la lucha, tocamos zafarrancho de combate.
Ella ha dicho pronto.