Fragmento #61 - Dame un beso

Y quizás no debí dudar, porque ella no parece hacerlo. La verdad es que nunca dudé, otros me hicieron dudar. Mientras le doy inútilmente vueltas a la cabeza, Isabel está metiendo las maletas en el coche.
- ¿Qué has hecho para que te dejara el coche?- me pregunta mientras cierra el maletero.
- Prometerle que no conducirás tú...
Me río y ella también. Ernesto nos ha dejado su escarabajo celeste para ir al pueblo de Isabel, a pasar el fin de semana.
- ¿Conduzco yo o no?- pregunta Isabel.
- Mientras no se lo digas después...- sigo bromeando- Yo no se lo diré, así que conduce tú...
Me echa una mirada de "odio cariñoso" y se mete dentro del coche. Tras ella, entro yo, me siento a su derecha y cierro la puerta. Introduce la llave y el coche arranca. Rumbo a Alanís.

Cojo el paquete de tabaco y salgo un cigarro, Isabel me hace gestos de querer otro. «Enciéndemelo», me dice. Y eso hago, enciendo un cigarrillo y se lo acerco a los labios, «gracias». Saco otro para mí y lo enciendo. Abro la ventanilla y el aire comienza a entrar; se nota el fresco de la montaña, la tranquilidad de la carretera. Atrás queda la ciudad agobiada en calores y humos.
- ¿Le dará igual que fumemos aquí dentro?- pregunta Isabel.
- ¿A Ernesto? No tiene olfato apenas...- comienzo a reír imaginándome a Ernesto enfadado- Demasiado tabaco, todo le huele a eso... Él mismo huele a tabaco.

Nos queda una hora más o menos de recorrido hasta llegar al pueblo, apago mi cigarrillo en el cenicero del coche y cierro la ventana.
- Dame un beso.- me dice Isabel rompiéndo el silencio del trayecto.
Me acerco a su mejilla y le doy el beso. Y así, sin mediar palabras, seguimos el camino. Mirando al frente sin más. No hace falta decir nada...