Sábado, 10 de Enero de 2009
En Sevilla
El frío es insoportable. Se filtra por los poros de mi piel hasta llegar a mis huesos. Me duele la cabeza, me duele la espalda, me duele el pecho y el alma... El alma la tengo desgarrada.
La noche incita a salir, se presenta clara, sincera, casi desea que salgamos a las calles a recibirla con los brazos abiertos, pero en mi caso, su luna llena solo recibe mi espalda encorvada. No puedo darle más, no puedo hacer más.
Ante mis ojos aparaece un pub. Se me ocurre que en la marea de alcohol podría ahogar algunos recuerdos naufragos de una triste tempestad. O recuperarlos... No, mejor no, quiero olvidar y regalarle a la vida una sonrisa, aunque sea inducida por los grados de alcohol...
Me siento a la barra, pido un ron con cola, unos segundos y ya estoy servido. La primera no hace daño, ni la segunda. La tercera consigue dibujarme una sonrisa, la cuarta me hace pensar que el suelo donde piso es giratorio... Estoy perdiendo la noción de quién soy, y no me importa. ¿Por qué tú, Sara? Lo intentó conmigo y falló, lo intentó con Estrella y volvió a fallar... Pero contigo... ¿Cómo demonios debía saber que iba a por tí?, ¿cómo no hubiese intentado nada por salvarte?
Mis ojos se clavan en el hielo que da vueltas... ¿O está quieto en la mar incierta? No lo sé, tan solo me evoca recuerdos... Una llamada, un sonido, una habitación, un color, un cuerpo femenino que yace sobre un charco de sangre en el suelo, un rostro, unos que miran a la nada, una sonrisa, unas palabras, unos labios que se despegan para expulsar el último aliento de vida, una esencia que deja un cuerpo. Negro. Sufrimiento. Impotencia. Rabia... Venganza.
Pero, ¿quién soy yo para vengar a nadie? No soy nada. ¿Qué puedo hacer yo? Es más, soy culpable indirecto de la muerte de Sara. Si no la hubiera dejado... Si no hubiese echado cuenta a Diego... Todo esto es culpa mía. Cuando todo parece ir bien, aparece algo que te hunde a más no poder. ¿Qué puedo hacer?, ¿qué tengo que hacer? ¡QUE ALGUIEN ME DIGA ALGO!
He pensado en voz alta. Un chaval que esta sentado a mi vera me pregunta si estoy bien y me saca fiera del local. La noche acaba para mí como empezó, solitario, sin rumbo, con el corazón destrozado y el alma... Desgarrada.