Fragmento #42 - La decisión

Supuestamente, estoy en clase. Aprovechando la mañana en captar todos los datos posibles de mis asignaturas, desayunando en compañía de Rocío, saludando a mis compañeros y demás contactos de la Universidad... Pero, estoy en mi cuarto, sentado donde ayer mismo me quedé. Sumido en mil pensamientos que ya no pueden decir nada más. Tal vez, porque ya no hay nada más que contar. Los hechos hablan por sí solos. Entonces, ¿por qué estoy así?, ¿por qué no soy capaz de salir de mi habitación y plantarle huevos a la vida? Un familiar me dijo una vez que si había que morir, era preferible que fuese echándole valor a nuestras vidas. Sonreír aún cuando tienes tus propias tripas en la mano. Pero yo soy un cobarde... Debo tomar una decisión. Puedo olvidar todo el asunto, seguir mi relación con la chica a la que más quiero en el mundo, con la condicionante, de que Diego estará siempre ahí, al acecho. La otra opción, es buscar a Diego y matarle. Me mancharía las manos y me quedaría a su altura, pero habría hecho justicia a Sara.

Sara, su nombre me dice tanto... ¿Por qué no la pude salvar? Con la cantidad de cosas que he hecho, y no fuí siquiera capaz de...

Y mi madre, mencionó algo de Destino. Lo cual me traslada a hace muchos años, un grupo de niños que fantaseaban con superhéroes y un balón, esperando convertise en un Oliver, o en un Benji. Es una pista. Es una señal del sendero que debo tomar. Alguien me pide que cumpla con lo que el corazón me dicte. ¿Rechazar todo lo que tengo para enmendar un error? Sí, es justo y necesario.

Me levanto del suelo, me dirijo a la puerta de mi habitación con todo el dolor de mi corazón pues será el gran paso, giro el pomo y abro. Es maravilloso ver la luz del sol que se filtra por la ventana de la estancia contigua. Parece que alguien me da las gracias por mi decisión. Quiero pensar que desde lo más alto, Sara me lo agradece.