Fragmento #89 - Antinatural

Con un trapo mojado intento aliviar la quemazón de los sabañones que cubren el borde de mis orejas, los nudillos de mis manos, los dedos de mis pies... Al apretarlos sangran y expulsan una agüilla amarillenta.
Me duelen los labios. Cada vez que trato de mover la boca la piel se cuartea y siento como se rompe.
Dejo el trapo en el suelo y lloro desconsoladamente. Era absurdo creer que por pedirle ayuda a una visión, Mario fuera a venir y rescatarme.
Sobre una butaca, en la que suelo pasar las noches en las que él no me posee, descansa la chaqueta que me llevé de la casa de Mario. Del bolsillo interior saco el diario que encontré en el baúl del convento. Releo las palabras y sigo con las yemas de los dedos los símbolos crípticos que no entiendo.
Este libro contiene el secreto. Es lo que me ha ayudado a comprender por qué yo.
Vuelvo a leer el relato escrito en un dialecto antiguo del francés que me ha costado semanas descifrar. Los dibujos, los experimentos y sus notas a pié de página, explican como llegamos a este mundo.
Parece una pesadilla, pero tiene sentido, ese es el motivo por el cual no puedo ser normal. No soy todo lo “natural” que debiera ser.
Esa sombra, la esencia corrupta y distorsionada de aquel que, en cierto sentido de la palabra, debería ser mi tatarabuelo, me contempla sonriente.
-No llores –susurra acercándose a mi.
Pero como no voy a llorar… No soy nada, no soy real… Me pregunto si los demás lo sabrán: mi condición, su condición. No he sido capaz de comprender el resto, pero sí sé algo con certeza: mi único destino es ser un receptáculo, un objeto.
-Pero eres perfecta –dice leyendo mis pensamientos -. El dolor y la soledad que anidan en ti. Los sacrificios cometidos durante generaciones por tu línea de sangre. Todo ello te hace perfecta y merecedora de mí.
Su gélida mano se posa en mi cabeza. Me acurruco en la butaca y él me tapa con la chaqueta de Mario.
-Ya falta poco…, muy poco –murmura antes de fundirse con la oscuridad purpúrea de la tarde.
Tiemblo. Retuerzo las manos ante el horror de lo que se avecina.
“Por favor…, que alguien me ayude”