Fragmento #96 - Intento fallido

El agua ya se ha enfriado y los primeros escalofríos crean un suave oleaje en la superficie líquida, hasta ahora en calma, que llena la bañera.
-No puedo –digo devolviendo la cuchilla al borde de cerámica donde la había encontrado.
Me abrazo las piernas apoyando la barbilla sobre mis rodillas heladas. Me encojo tratando de hacerme invisible, de ocultar mi vergüenza. No tengo la valentía necesaria para hacerlo.
-No importa –dice Amako acercándose desde la pared que hay frente a mi-. No todos podemos con esa responsabilidad. Cuando nada te ate al mundo será más fácil.
Coge una silla y se sienta a mi espalda. Me moja el pelo corto, todavía en punta, que ya empieza a crecer, y lo enjabona masajeándolo con sus dedos largos y fuertes.
-Yo también lo intenté –explica-. Vi lo que era capaz de hacer y me horroricé, así que me tragué todas las pastillas que mi madre tenía guardadas en el botiquín. Tenía 6 años. Después, a los 8, traté de ahogarme. Llené los bolsillos de mi chaquetón con piedras, como Virginia Wolf. ¿Has leído a Virginia Wolf? Bueno, da igual. El caso es que por mucho que lo intentara, siempre había alguien para socorrerme, y al final terminé aquí.
Ahora los temblores son más fuertes. El frío cala en mis huesos, pero no me muevo. Ella tampoco se inmuta.
-Dejar a todo aquel que te ha importado alguna vez con la carga de si hicieron algo mal es duro –asegura con la voz de quien ha pensado mucho en ello.
Se levanta ofreciéndome una toalla.
-Pero va a ser aún peor seguir con lo que llevas contigo.
Mi imagen se refleja temblorosa en uno de los charcos que he creado en el suelo: pálida, ojerosa, delgada…
-¿Podrás con ello, Astrid? –me obliga a mirarla-. Claro que sí.
Sonríe.