Fragmento #100 - Una carta, una despedida

Las pelotitas de papel blanco, los borradores desechados, cubren el suelo de la habitación.
-No tiene que ser perfecta, Astrid –dice Amako pintándose las uñas de negro.
Sigo con la vista fija en la hoja en blanco. Escribo la cabecera con un boli que mi amiga ha conseguido a escondidas.
“Querido Mario”
Pero a partir de aquí nada.
-No me ha visitado una sola vez. Ni siquiera me ha llamado –susurro.
Estoy tan cansada que no puedo ni llorar. No comprendo porque me ignora. ¿Ya no significo nada para él?
-Tu tío te dijo que tenía una nueva vida. Un hijo. ¿Qué puedes esperar de un hombre así? Deja preñada a una mujer mientras está liado con una niña –la fulmino con la mirada-. Con una niña Astrid, todavía tienes 13 años.
-El 27 cumplo los 14.
-Sí, eso cambia las cosas –ríe por lo bajo empezando con las uñas de los pies.
-Pero lo prometió, ¿sabes? O quizá fui yo, ¿sólo lo prometí yo?
No recuerdo con precisión nuestras conversaciones. ¿Dijo él que estaría conmigo? ¿Que me esperaría? Ahora ya no estoy segura de nada.
-Pues díselo, explícale lo que sientes.
-No tengo derecho a echarle nada en cara, no tiene ninguna obligación…
Me duele el pecho cuando pienso en él. Cuando me doy cuenta de lo sola que estoy.
Mi mano se mueve sin dueño. Leo las palabras que han salido de mi interior.
“Querido Mario,
Sé que tienes un hijo ahora, y puede que ya no te acuerdes de mí, pero sólo quiero que sepas que yo siempre estaré para ti y que te esperaré.
Cuando tenga 18 años iré a buscarte.
Astrid”
Doblo la hoja y la guardo en un sobre en el que escribo su nombre y su dirección.
-No te preocupes por el sello –dice Amako cogiéndome la carta-. Se la llevaré en persona y me aseguraré de que la lea.
Nos abrazamos con fuerza.
-Te echaré mucho de menos –musito dándole un beso en el cuello.
-Yo también a ti cabeza de chorlito –dice despeinándome.
Amako se va. Yo me quedo.