Fragmento #95 - Antesala de Cuidados Intensivos

De aquí solo sale una reflexión: Solo somos una hoja de papel manchada de tinta. Total nada. Y no es una reflexión ligera, no, el ambiente denso y lúgubre de este lugar da consistencia absoluta a este pensamiento. Por aquí deambulan medio vivos y medio muertos... Nunca se me dio bien aquello de la botella medio entera, o medio vacía, en fin, si algo es palpable aquí es que nadie es perfecto. Pero, es cierto, hace una hora pasó una camilla con un hombre que se estaba muriendo y ahora mismo acaba de pasar un carrito con un recién nacido. ¿Negligencia médica? ¿Una burla divina para los susceptibles? O tal vez, solo sea un problema moral más.

Aquí está mi familia alegrándose de que el familiar ha salido del infarto, aún se tiene que quedar en la U.C.I., sin embargo, en frente, hay una familia que llora desconsoladamente porque la perdida de su madre es inminente. Sí, es extraño. Nosotros tenemos que agradecerle a Dios que él ha salido bien pero, ¿qué harán ellos? ¿Darán las gracias a Dios de que su madre se vaya al otro barrio? No,no creo. No parecen ser la clase de gente que dejen a la abuela tirada en una gasolinera. Y mientras pienso en esto, otro carrito con un bebé, llevado por unos padres cuyos rostros no reflejan la menor felicidad. Algo similar me cruza la mente cuando observo que mi madre y la esposa del paciente, compadres o comadres, hablan acaloradamente sobre la actitud de los padres del paciente, que si la hermana no la ha mirado, que si se presentó a las tantas de la tarde habiéndola avisado a las ocho y cuarto de la mañana... Por un momento se me olvida que estamos aquí reunidos porque el familiar ha tenido un infarto, pero eso no esta presente.

Y por fin llegan las amistades más cercanas, que a fin de cuentas no dejan de ser más que nada familiares. Los cuñados, tíos y sobrinos... No, no, sus padres no estaban porque ellos son muy mayores y están fatales con las piernas; pero ninguno de los que acaban de llegar quieren entrar a ver al paciente.

Otro carrito con un bebé. "Te deseo buena suerte, pequeñín, espero que la tinta que recorre tu cuerpo escriba muchas páginas antes de verte aquí... En el lugar donde Dios nos refriega que sus personajes son sustituibles cuando ya no son más que desechos"

Bah, ¿a quién le importa?