Miércoles 5 de Agosto de 2009
En Marbella
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. No sé qué demonios ha pasado pero en dos días toda mi vida se ha ido a la mierda. Empiezo por el principio: hace cinco días me vine a la playa con mi familia, a Marbella, como siempre desde hace diez años, y esperaba que este por ser yo mayor y por ser el décimo fuera especial y distinto. Y lo está siendo sólo que no como yo quería. Nuestra pandilla multirracial estaba formada por: los tontos (Eu y Marta), los listos (Guille y yo), el guiri (Matthew), y las moras de turno (todas locas, por cierto), pero el problema está en que sólo hay un listo (Guille no lo sería tanto cuando lo han castigado sin venir por suspender 13 de 14 en la facultad), el guiri se ha traído a la novia lo que descompensa la ecuación y, para rematar, sólo hay una mora de al menos diez del año pasado. Ah, y por si todo esto no fuera suficiente nuestro local ideal ha sido cerrado, NUESTRA BASE DE OPERACIONES!!! Resultado: verano mierdoso, aburrido y coñazo, pero al menos estábamos unidos. Hasta hace dos noches.
Salí con mi amiga Marta (que siempre ha sido una de mis mejores amigas pese a ser de Madrid y yo de Sevilla) y fuimos a un café-disco que aunque es de plan tranqui no está mal. Nada más entrar le señalé a un guaperas de piel tostada, pañuelo en el pelo y pantalones cortos en la mesa de al lado. A mi amiga no le gusto pero como tampoco esperaba nada, me quede allí sentada. Al rato se nos acercó uno de su mesa, un camarero moro que se llama Rabbi y nos dijo que si éramos muy guapas etc. Y al poco tiempo aterrizó junto a nosotras el guaperas. Entre lo que traducía mi amiga y el camarero nos enteramos de que era un danés llamado Tom, que tenía veintitrés años y que era profesor de educación especial, todo en uno. Nosotras por nuestra parte usamos la estrategia de siempre: somos hermanas de padre y vivimos separadas, yo con mi madre y mis hermanos y ella con papá. Ella está estudiando traducción y yo soy escritora. Sólo estamos juntas en verano. La gente se la traga siempre. Total que el danés me dijo que si dormíamos juntos. El moro explicó que allí son muy directos y yo le dije que sí, pero que la playa. Mi amiga nos acompañó aunque no sé muy bien porqué. Una vez allí quería que nos bañásemos. Intentamos convencerlo de que no y entonces dijo que le diera un beso. Antes de darme cuenta me estaba desabrochando el vestido.
- Marta, fuera.
-Pero... ¿quieres que me vaya?
-Sí
-Pero... ¿y si te pasa algo?
-Esa es la idea, que pase algo.
-Tía... pero...
-Que te vayas!
Mi amiga algo cabreada ya por el paseo marítimo se dio la vuelta y me dijo:
- ¿Tenéis condones?
Abrí el bolso esperanzada, pero sabía que era en vano. El último se lo había dado a AL, y el danés por supuesto que no tenía. No me voy a quedar preñada, eso que quede claro. Nos metimos, en la playa, debajo del techado de un chiringuito. Hoy está en Tanger, no volveremos a vernos.
Al día siguiente Marta no bajó por la tarde hasta cerca de las siete. Está cabreada conmigo y no sé porqué. No entiendo a las mujeres.