Fragmento #120 - La espera

Lunes, 23 de noviembre de 2009
En Sevilla

Ha pasado algo más de un mes desde que dejé las muestras en casa de Estrella. Y no he recibido noticias de nadie. Ni buenas ni malas. Tan sólo incomunicación: buzones de voz, teléfonos ocupados o tonos interminables sin respuesta al otro lado. Mi máxima obsesión es el correo, o quizás un sobre misteriosamente deslizados por debajo de la puerta, pero cuando giro la llave sólo encuentro facturas y una vez al mes, una nómina insignificante con la que debo mantener al crío. Está enorme. Contra más lucho contra el tiempo, más parece crecer el condenado. Es un niño alegre, sano, que se revuelve sin parar entre sus peluches, ajeno al sinsentido que le rodea. Sin madre conocida y con un supuesto padre para el que es un auténtico desconocido. Si tan sólo me dieran una respuesta, algo con lo que continuar indagando… A veces creo ver mi mirada en sus ojitos, pero rápidamente rechazo esa idea ante el hecho de que hay pocas posibilidades de que realmente sea mío. No quiero hacerme falsas ilusiones. Compruebo de nuevo el móvil. Nada. Francia, eres un hombre de palabra, ¿dónde demonios te has metido? Después de aquel beso, Estrella desapareció de la faz de la tierra, al igual que una vez hice yo. Me dejó el camino libre hacia Alma y desde entonces tampoco he vuelto a saber de ella.
- Jaime – mi madre entra en la habitación – el teléfono, te llaman.
- ¿Quién es?
- No sé. Es una chica – podrían ser decenas de chicas, pero acudo como un resorte a contestar.
- ¿¿Diga??
- Soy Estrella – al fin una respuesta al otro lado. Tengo tantas preguntas.
- Hola. He intentado localizarte a ti y a tu padre… - me interrumpe.
- Sí, ya lo sé. Perdona que no te haya llamado hasta ahora.
- No te preocupes… ¿Tienes los resultados?
- No, lo siento. Ha sido un mes complicado – primero silencio, ahora excusas. No. Basta. No puedo más. Quiero respuestas.
- ¿Complicado, Estrella? ¿Complicado? Tengo un niño en mi casa que ni si quiera sé si es mío. Un crío que crece, que hay que mantener, que pronto dirá cosas como papá. No me hables de complicaciones.
- Jaime.
- ¡Qué!
- Precisamente de eso te quería hablar, de mi padre. Sufrió un accidente poco después de que estuvieras en mi casa. Lleva hospitalizado desde entonces. Lo siento, pero debes comprender que tenemos otras preocupaciones. Tendrás que esperar un poco más.
Estrella cuelga, sin darme la oportunidad de replicarle. Esperar. Esperar… Ésa es mi única respuesta por el momento.