Fragmento #48 - Destino para Silvia

Jamás en mi vida he tenido tanto miedo, me intento controlar convenciéndome de que esto es lo mejor. Cada hombre tiene su estrella y cada estrella un camino a seguir. Yo he elegido el mío, aunque sea mi perdición. No me importe si mi tío se ha hecho pasar por muerto, si detienen o no a Gervase, si Destino continúa con sus pequeños delitos... Pero, yo quiero a Diego. Lo quiero muerto. Y me da igual si me tengo que manchar las manos de sangre, por mis dedos ya circula la de Sara. Me importa una mierda lo que diga Francia y sus consejos... Seguramente será un hombre separado, su hija nunca me ha hablado de él.

Voy a darle el placer de ver cómo su novia se muere ante sus ojos, de ver cómo le pide ayuda, algo que nunca llegará a salvarla. Voy a hacer de su vida el mayor infierno que haya conocido. Y puede estar seguro de que lo haré.

Silvia sale de su casa, dobla la esquina y yo salgo del coche. Muy sigilosamente me tapo la mitad del rostro con un pañuelo y me acerco a ella. Noto los latidos de su corazón, casi pidiendo auxilio. Con el pulgar le aprieto la cadera y entonces, sabe que está perdida pensando en el frío acero de una navaja.
- No te vuelvas, zorra. - Digo mirando a izquierda y a derecha de una inóspita calle de su barrio. - ¿Hay alguien en tu casa?
- N-no. - Consigue responderme.
- Vamos. - Al principio se niega a cooperar, pero lo soluciono con rapidez. - ¡VAMOS!
Mano de santo, se vuelve una niña muy obediente.

Entramos en la casa, no hay nadie tal y como ella dijo. La hago sentarse y me quito el pañuelo.
- ¡Tú! - Se humedece los labios. - No sé por qué pero sabía que llegaría este momento. Tenía muchas ganas de conocer al hombre del que tanto y tan mal me ha hablado Diego. Un sucio chivo expiatorio que dejó en la estacada a sus amigos. Dime, ¿cómo coño piensas salir de esta? Diego te encontrará y te matará. No quedará nada que te distinga de tu persona. Acabas de firmar tu setencia de muerte, cabrón.
- ¿Qué te hace pensar que Diego me va a encontrar?
- Que es el cabecilla de Destino.
- ¿Qué es Destino, sino una panda de criminales juveniles? No teneís ni puta idea de lo que haceís con vuestros delitos de niñatos malcriados.
- ¿Tan seguro estás, Jaime? El grupo se disolvió hace mucho tiempo, cuando teníamos catorce años, pero Diego siempre mantuvo el contacto, incluso cuando estuvo en la cárcel. A su regreso todos volvieron a reunirse, algunos de los componentes ya estaban en prisión cuando volvimos a reagruparnos y encima, Diego hizo nuevos contactos con ciertas personas colaboracionistas con... guerrilleros por la libertad. Estamos distribuidos muy bien, Jaime. Nadie se nos escapa. Y tú no vas a ser menos.
- Lo que yo te diga, solo sois niñatos malcriados.
- ¿No te has preguntado cómo es que Gervase no fue detenido?, ¿ni siquiera te has preguntado por la oportuna muerte de tu tío? - Sonríe. - Te ha estado utilizando durante todo este tiempo y caíste en la red. Ahora ya no podrás salir de ella.
- ¿Fue necesaria la muerte de Sara? - Su sonrisa se borra de la cara. - La mató Diego. ¿Qué te hace pensar que no te matará a tí también después de todo lo que me has contado?
Suelta una carcajada sarcástica.
- Primero, me quiere demasiado. Segundo, no está aquí para haber escuchado nuestra conversación y tercero, te odia, Jaime. No descansará hasta que te vea bajo tierra, en un frío foso profundo donde tus latidos se dejen de escuchar.
- ¿Sabes? Mi primera reacción fue secuestrarte y torturarte, creeme, conseguiría hacerte hablar, pero me has presentado una gran oportunidad. He grabado nuestra conversación, desde la primera palabra. Con gentuza como tú no merece la pena mancharse las manos, así que dejará que esos guerrilleros por la libertad, que deben estar por encima de Diego, juzguen si sigues viviendo o si por el contrario te entierran en ese frío y profundo foso que tanto te gusta. - Me doy la vuelta para marcharme, la escucho llorar, grita mi nombre, está desesperada, sabe que ha cometido una estupidez por culpa de su orgullo. - Adiós, Silvia.
- ¡NOOOOO!
Cierro la puerta, me subo al coche. ¿Soportará Diego la tortura de ver cómo muere su novia?

Sí, siempre consigo que la gente hable...