Dénébola
| Sujet: Fragmento #1 – Primer despertar 05.01.09 15:20 | |
| Martes, 12 de Febrero de 2008 En Valparaíso Suena la alarma y bruscamente se interrumpe mi sueño. En cosa de segundos se me olvida toda la historia que viví en el mundo onírico. Ese maldito repique del despertador lo desvanece todo. Aún ni abro los ojos y ya siento el zumbido en las sienes y la presión sobre la nuca. Tengo los ojos tan pesados que me parece una odisea levantar los parpados y ponerme de pie. ¿Por qué será que una cosa mecánica debe decidir el momento en el que comienzas el día? Todo da vueltas cuando finalmente me levanto. Es una mañana nublada, gris y sombría. Camino hasta la cocina desganada y torpe. Me siento tan cansada, al borde del desfallecimiento. En el reflejo de la ventana aparezco despeinada, pálida y ojerosa. Mi pelo enmarañado me hace ver como una bruja o cualquier esperpento de pesadilla infantil. - No, ésta no soy yo. Esto es cualquier cosa, pero no Margarita O. – digo incrédula frente a la imagen. Mientras preparo un café bien cargado, pienso que no me vendría nada de mal un par de rayas de cocaína o unas anfetaminas súper poderosas que me levanten el ánimo. Claro, en el caso de que no fuera tan miedosa y me atreviera a usar algún tipo de estimulante. Cada vez que he tenido unas líneas frente a mi nariz, he salido corriendo. Asustada, angustiada y en pánico. No sé por qué pero le hago el quite a las drogas. Eso es algo que jamás he entendido, ya que soy de ésas a las que les gusta perder el control. Al menos así quiero que sea. La cafeína funciona a medias, como todo en mi vida. Voy al baño, y dejo a un lado el camisón rosado. Abro el grifo y el agua tibia comienza a caer sobre mi piel. No deben ser más de las 7AM y ya estoy harta del día. A medida que voy dejando atrás el letargo, a mi cabeza llegan las mil ciento doce cosas que tengo que hacer hoy. Y el agua cae y cae… Ahogado por el ruido de la ducha, siento el campaneo del teléfono. Alguien llama muy temprano. Demasiado y eso no puede significar nada bueno. Corto bruscamente el grifo. Otra vez un repique interrumpe lo que hago. El teléfono insiste y empiezo a incomodarme. Avanzo rápido por el largo pasillo que me separa de la mesa donde suena el aparato. Voy mojándolo todo, y entumida por el golpe de aire frío sobre mi piel desnuda. El repique sigue. Nada bueno es que alguien llame tan temprano. Sigue sonando y ya estoy frente a él. -¿Hola?- digo y entonces escucho esas palabras que lo cambiarán todo. Dejo caer el auricular y mientras regreso al cuarto de baño, notó su voz que se eleva gritando con fuerza mi nombre. | |
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