Fragmento #88 - Great Week I. Un espacio blanco

Su blancura es enamoradiza. Si fuera Dios escribiría los versos más bonitos sobre esta tierra helada, o tal vez, dibijaría un arco iris que abracase a dos personas. Pero no existe un nosotros en mi vida. No hay dos personas. Tan solo yo. Jaime. Podría haber sido distinto, su novio podría haberse puesto malito y faltar; o podría haberme puesto yo. En fin, es mi vida... ¿Qué puedo decir de ella? Bah, no merece la pena.

Creo que es bonito afirmar que el origen de todo tiene esta inmaculez, este tono virgen. Y que el Demiurgo, Dios, Alá, Yahve, El Volcán, La Vaca y todo este elenco de efectos especiales y religiosos (en los que incluyo el Cigarrillo), ha escrito nuestras vidas en ese lienzo infinito que acoge a todas nuestras vidas, desde el primer ser humano hasta la última hormiga nacida. Qué bonito es pensar que todos vivimos por algo. Qué bonito es pensar que todos luchamos por alcanzar unos objetivos. Qué bonito es pensar que todos tenemos una misión en la vida, y que las misiones imposibles son nuestras pruebas a nuestros criterios, a nuestros principios... Qué bonito... Pero la realidad es, que no hay principios respetables, que faltamos a nuestra palabra, que no siempre estamos ahí para luchar y que no queremos tener misiones. Hay gente que vive para morir directamente.

Han pasado cerca de cuatro meses, quedan días para llegar a los cuatro meses y parece que ha sido toda una vida. No hay una sola mota en el paisaje nevado. Todo está tal y como ella lo dejó. Me gustaría creer que su mundo fantástico es este. Qué raro se me hace pensar que aquí Sara perdió la vida, por culpa de mis errores. Por culpa de mis sentimientos. Jaime, grita, por favor. Grita, solo puedes hacer eso. ¡¡¡GRITA!!!
- ¿TE DIVIERTES? ¿TE DIVIERTES, CABRÓN? ACABA CONMIGO Y DEJA DE JODER A LOS DEMÁS. DEVUÉLMELA. DEVUÉLMELA.
Pero nadie responde. Mis lágrimas cálidas me indican que estoy vivo. Y el lienzo sigue imperturbable, a cada día que pasa cuenta uno más y uno menos, y no sé exactamente en qué línea está reflejado lo que acabo de decir. Y digo yo, ¿para qué tanta lucha? Mira a Sara. Ella no ha luchado. Y ha alcanzado la paz eterna. Sin embargo, aquí estoy yo. En un mundo imcomprensible, con miles de sufrimientos, con miles de pesares, sin nadie en quien apoyarme, sin amigos, sin Filosofía que me ampare. Y continuo luchando. Es desmoralizador.

Qué bonito pero qué incomprensible... El lienzo este en el que nos escriben la vida.