Viernes, 1 de Mayo de 2009
En Sierra Nevada
Incluso en estas gélidas inmortales tierras el tiempo pasa implacable. Vuela raudo sobre el viento quitando un segundo más de nuestras vidas. Otra curiosa invención del Santo Todopoderoso, que promulga que todo ser es imperfecto menos él; pero todo tiene su punto flaco y es lo que se debe aprovechar cuando uno juega al ajedrez o a echarse un pulso. En esta lucha, mi tiempo, el de la Great Week llega a su crepúsculo; y aún no sé qué es lo que tengo que hacer. Un sentimiento de agonía recorre mi cuerpo, quiero llorar pero las lágrimas no brotan. Quiero gritar pero se ahogan antes de salir al mundo. Quiero quitarme este nudo de la garganta... Este nudo... Quiero morir, pero tengo que estar vivo.
Mirar la nieve de las montañas no me sirve de mucho. Estar con Sara sería un aliciente, pero no podría darme respuestas y como si estuviese escrito - tal vez tras aquella roca que significa un punto y aparte - Alma se sienta a mi vera.
- Vaya semanita, ¿eh?
- Intensa.
- No pareces haber disfrutado mucho.
- Cada uno disfruta a su manera.
Jaime esto no te lleva a nada, no sigas jugando a los despropósitos con ella.
- ¿Por qué viniste?
Esto te va a costar decirlo, Jaime; pero tienes que hacerlo. Debes hacerlo.
- Por una mujer.
- ¿Por Sara?
Niego.
- Hay que dejar descansar a los muertos. - Respondo con una sonrisa.
- Nosotros los dejamos, pero a veces son ellos, los que no nos dejan descansar. Te conozco poco, Jaime, pero sé que tu cabeza anda buscando algo.
Sí, es cierto. Pero, ¿qué busco? Necesito respuestas no alguien que se limite a recordarme lo que tengo.
- Has venido por una mujer, bien. Ya hemos solucionado algo. ¿Has hablado con ella?
La miro a los ojos. Saco un paquete de cigarrillos que abro con el pulgar, le ofrezco y ella los rechaza. Escojo uno y sonrio torciendo la boca para encenderlo.
- Alma, estoy hablando con ella en este mismo instante.
Silencio.
El silencio forma ese espacio temporal. Deja su indeleble impronta como lo hace la Nada. Es triste, sombrío. Pero depende de las circunstancias.
15 de Agosto de 2006
En Sanlúcar de Barrameda
- ... Sara quiero que sepas que cada latido de mi corazón pronuncia tu nombre. Que no puedo vivir ni un solo momento más sin tí. Que me he enamorado de ti y que estoy dispuesto a darlo todo por pasarme una eternidad contigo.
Silencio.
- No digas nada, Sara. Si no lo sientes. Lo entiendo. A lo mejor ocho meses hablando por messenger es algo precipitado para ti y...
- No es eso, Jaime. Es solo que me da miedo. ¿Y si me dejas?
Le acaricio la cara, la dulce cara de niña que tiene.
- Eso no va a pasar nunca, mi vida. ¿Me oyes? Nunca.
Voy a darle un beso pero ella me vuelve la cara. Silencio.
Más adelante me diría que no estaba preparada. No sé lo que hará el tiempo, pero yo la perdoné.
Martes, 5 de Agosto de 2008
En Sanlúcar de Barrameda
Año y medio atrás se estaba viendo el crepúsculo de la relación. Yo lo avisé. Pero ella solo contestó con sus silencios. Sus malditos y eternos silencios. Yo ya no puedo callarme más. Ya he aguantado bastante. Es hora de poner punto final a esto.
Sara llega a la parada. Sienta en frente de mi y en su semblante se ve que se espera lo peor. Está en los cierto.
- Antes de que digas nada, Jaime, quiero que sepas que te quiero.
No hubiese estado de más habérmelo dicho el mismo día en que empezamos la relación. Pero eso ya no importa.
- Sara, yo no puedo seguir así. No me puedo permitir este juego en el que él más afectado siempre soy yo.
- No puedo pasarme toda la vida disculpándome, Jaime, ¿vale?
- Pues por eso mismo, mi tu puedes pasártela pidiendo perdón; ni yo aceptándolo.
- Jaime, no seas así, por favor... Perdóname. Tu tampoco eres perfecto pero te puedo perdonar tus defectos. - El último intento por salvar esta parodia de relación y su dignidad. En el último momento está luchando por su orgullo, por su personalidad; pero es que esa luchar me la tenía que haber enseñado antes. Esta lucha por la relación tenía que haberla empezado hace un año y medio y yo lo avisé. Pero solo me contestó el silencio.
- Lo siento, Sara.
- ¿Hay otra?
Pudo haberla habido, ahí estaba Teresa dándome con su sonrisa lo que me faltaba en la vida.
- No.
- Pues si cortas conmigo es o porque hay otra, o porque no hay sexo.
- Son motivos, Sara. Yo ya te he dado los míos, tú piensa lo que quieras.
- ¡Jaime! ¡Jaime! No puedes dejarme así... Jaime.....
Y contestó el silencio...
Una semana después me enteraría por Rocío de que Sara "estaba fabulosamente bien"El mismo silencio que ahora inunda la escena. He echado mis cartas. ¿Ahora qué?
Alma me mira como si no pudiese dar crédito a lo que había escuchado, entonces me abraza y me besa. Ahora sé qué estaba buscando... La muy jodida tenía razón, cuando la cabeza anda buscando algo, es porque algo debe ser encontrado.
Nos tendemos en la nieve, en el gran lienzo de Dios, sin importar el tiempo que se nos ha parado solo para nosotros, para los amantes. Imagino que desde arriba solo se verá nuestras siluetas juntas, cuan gran dibujo del artista que es el Todopoderoso. ¿Será duradero? ¿Será como con Sara? ¿Qué pasará si...? Y entonces me doy cuenta. El lienzo es blanco y la tinta invisible porque ni siquiera Dios ha pensando en lo que hará con nosotros en un futuro, así como ha borrado nuestro pasado más oculto.
Porque solo importa el aquí y ahora... Solo importa el presente. Y lo demás, hay que dejarlo escribir