Fragmento #91 - Great Week IV. ¡Muerte! Grita el agonizante

Otro mes que se marcha. Sabedor que no puede escapar al tiempo, pide la muerte. Y yo debería hacer lo mismo. Pedirle la muerte al tiempo. Que me bese y no deje más que mi cuerpo en la tierra. El lugar es perfecto y la situación única. Estoy solo. Nadie va a venir a salvarme y tu caricia pasará inadvertida ante el gélido aire que levanta una pasión indefinible en la superficie helada.

El cigarrillo se extingue. Su tiempo se acabó. Es hora de marcharse para ser suplantado por otro cigarrillo. Que estará más bueno o menos malo, que tendrá más nicotina o menos alcohol... Que si bien, está perfecto y si está malo se tira a la basura. Pura sociedad ciega e inconsciente de la que soy partícipe. Quiero morir aquí. Quiero morir donde Sara murió. Es tan bonito querer... Yo, deseo...

- ¡Jaime! - El tono de su voz, dulce como el de una niña, surte el efecto deseado: Abro los ojos. Y sin mirar, sé que el peso nuevo que hay en la cama, el calor, la voz... Pertenecen a mi chica. - Es hora de despertarse gradullón.
- ¿Estamos solos?
Ella sonríe y asiente.
- Mamá ha tenido que irse al médico y tardará unas horas.
- Ya veo.
- ¿Sabes lo que significa? - Pregunta con una mirada pícara, traviesa.
- Sí. Es la hora de que me ponga a estudiar.
Su semblante cambia.
- Tonto... - Se quita la parte de arriba de su pijama y a continuación, el sujetador. ¿Me quema la garganta? Tal vez, pero ciertas partes de mi cuerpo reaccionan. - Quiero hacerlo.
- Ya... Pero vístete.
- ¿No te apetece?
- No. Tengo cosas que hacer.
Me levanto de la cama y me encamino a la puerta.
- ¡Jaime!
Me giro y la miro. ¿Qué quiere ahora? Ha tenido mucho tiempo para hacer esto, ha tenido muchas oportunidades y ahora que sabe que he entrado en la Universidad, que existe el riesgo de perderme, va a ser capaz de hacerlo conmigo. Se quita los pantalones, luego, los calcetines, - ¿está retrahída?, ¿cohibida? Hazlo Sara, vas a sentirte como me he sentido yo durante todo este tiempo, cada vez que he intentado demostrarte lo mucho que te quiero. - se quita las bragas y queda totalmente desnuda. Pero aunque para ella solo sea un desnudo, para mi es el desnudo del alma. Ahora estás tan indefensa como yo.
- ¿Serás capaz de rechazarme?
Y surge la balanza. Sara y... Aquella chica de la Universidad, ¿cómo se llama? Es igual, pero su sonrisa me da más que los casi tres años de relación con Sara. ¿Dónde se decanta la balanza?
- No es un rachazo. - ¿Es una mentira piadosa, Jaime? - Es solo que no me apetece. - Desvio la vista hacia el suelo, irónicamente, ya no puedo mantenerle la mirada. - Vístete, por favor...

Cuando abro los ojos, estoy en una habitación. Es como la mía, pero por lo que hay en la mesilla de noche, no es la mía. Me levanto de mi lecho y me dirijo hacia el ruido cortante de una de las habitaciones. Abro la puerta. Sara se está duchando.
- Joder, Jaime, ¿qué susto?... ¿Jaime? ¿Qué te pasa? ¿No has visto nunca a una mujer bañándose?... Parece que hayas visto a un fantasma... ¿Jaime?... ¡Jaime!

¡Jaime!